Soy católico y tengo el derecho y el deber de manifestarme. He leído una entrevista con Monseñor. Con el debido respeto y consideración, Monseñor es cardenal y yo un simple fiel.
Cuando Vd. era muy niño o aún no había nacido, se desató una gravísima crisis en la Iglesia católica; la que había no servía porque lo espiritual no da de comer al hombre, había que hacer una nueva. Barrieron de los templos comulgatorios, púlpitos, altares, imágenes, devociones, procesiones, etc. Dejaron los templos desacralizados y muchos sacerdotes y religiosos se secularizaron.
Con la nueva Iglesia mundanizada, pretendían atraer a los fieles a la Iglesia, pero no trajeron a nadie y muchos de los que había se marcharon. En cuanto a la comunión en la mano, es fruto de la desobediencia; ningún fiel pedía esta norma.
El papa Pablo VI, después de consultar a todos los obispos del mundo sobre esta nueva conducta, vio que la mayoría la rechazaba, por lo cual promulgó un documento, Memoriale Domini, en el cual confirmaba la norma establecida desde hacía muchos años: que el fiel reciba la Sagrada Forma de rodillas y en la boca. Como no se obedeció, la comunión de pie y en la mano se ha extendido prácticamente en todas las diócesis del mundo, lo que ha producido un cisma que divide a la Iglesia.
Y quiero pedir a Monseñor que no menosprecie ni desautorice a muchos ancianos que hemos gastado nuestra vida en la verdadera Iglesia: Adoración Nocturna, Legión de María, Cursillos de Cristiandad, Acción Católica, etc. He conocido a muchos sacerdotes y fieles seglares santos.
Dice que en Madrid se celebran muchas misas, pero no dice que en Madrid hay un millón de hispanos, muchos de los cuales serán católicos. En esta nueva Iglesia se habla mucho de fraternidad y hermandad, pero el Padre, lo sagrado, ¿dónde está?
La vocación del cristiano es la santidad y creer que Cristo es su Dios y Salvador, presente en la divina Eucaristía, y que le ama y adora con todo su ser y cumple sus mandatos.
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