El Año Santo, el que estamos viviendo, es, sin duda, una oportunidad para que todos nos acerquemos con la mejor disposición del mundo a la luz que Dios ha querido darnos enviándonos a su Hijo, Jesucristo.
Jesucristo dijo a los apóstoles: “Estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. Y ha hecho realidad esta promesa fundando la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, con la misión de mantener viva la fe y la moral que Él nos enseñó: camino para enderezar nuestros pasos al abrazo amoroso de Dios en la vida eterna.
Cristo nos encarga a todos los creyentes que mantengamos viva la Iglesia hasta el fin de los tiempos, reviviendo siempre la fe y la moral. No tenemos nada que inventar y mucho que descubrir, que ahondar en las verdades de la vida y de la predicación de Cristo. La Iglesia ha seguido ese camino conjugando, bajo la acción del Espíritu Santo, la unidad entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio.
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