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El tonto de Abundio

José Medina Pedregosa, Córdoba
Lectores
martes, 18 de marzo de 2025, 11:34 h (CET)

No olviden que el tonto de Abundio vendió su dentadura postiza para comprar carne. También se cortó una de sus orejas porque la tenía repetida.


¿Que quién era Abundio? Hay un dicho popular sobre este personaje. Se cuenta que, cuando iba a vendimiar en su pueblo, se llevaba de su casa, en un hato, uvas para postre, y que este también vendió los zapatos para comprarse unos cordones. Hay tontos, tontainas y tontorrones. Es decir, hay tontos de capirote.


Esto viene a cuento por una charla que he tenido con varios amigos. Mira por dónde, aquí en nuestra Andalucía, se está oyendo hablar de que ha salido un tonto mucho más grande que Abundio. Pues bien, este nuevo tonto es uno más de los que componen las 17 autonomías, más las dos de Ceuta y Melilla. O el conflicto que tenemos con Cataluña y los herederos etarras con el resto de la nación.


Este desmontó a su rocinante, como un Quijote de risa. Además de tonto, es un oportunista, un chambón. A río revuelto, ganancia de pescadores. En su tiempo, cuando se empezaba a blasfemar sobre las separaciones de España, hubo uno en Andalucía, un caballero andante sin rocinante. Se llamaba Pedro Altamirano, miembro del partido andalucista. Aquel tenía acuñado el nombrecito de esta plataforma: Asamblea Nacional Andaluza y el reconocimiento de la República Andaluza.


Yo me creía que en España no quedaban tontos, aunque, a decir verdad, haberlos, "haylos". Creo que lo he dicho bien, no vaya a ser que haya algún tonto y diga que le sobra la "h" o le falta algo. A todo esto, incluyo que, en este nuevo adalid, mis compañeros no me concretaron el nombre de este nuevo Abundio.


Mi querido abuelo Rafael, que era un sabio, decía: "Si cortas las uvas de la parra, corta todos los racimos el mismo día". Ahora veo que mi queridísimo abuelo tenía razón, que Abundio se cortó una de sus orejas porque la tenía repetida. A esta parra le hemos dejado racimos sin cortar y, por lo que estoy punteando, hemos dejado uvas sin cortar para llenar un nuevo cesto. Todos somos tontos. La diferencia es que algunos lo sabemos.

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