Las creencias religiosas se sitúan en un plano enteramente distinto de las de base científica, siendo adquiridas primariamente en la familia y a través del contexto social y cultural, especialmente en el caso de aquellas religiones que disfrutan de un peso diferencial o cuasihegemónico en la sociedad. Pocas décadas atrás existían colisiones significativas entre narrativas religiosas y teorías científicas, si bien estaban confinadas a unas pocas zonas de contacto (la creación del universo, la teoría de la evolución, la visión del embrión humano de unos pocos días). Hoy, por lo general, ciencia y religión coexisten sin especiales problemas en las sociedades democráticas y pluralistas. En paralelo, ha ido desarrollándose un proceso de secularización, resultado no solo del avance científico, sino de otros cambios en los valores y estilos de vida.
Las creencias religiosas tienen en la actualidad una influencia limitada en la sociedad española, habiendo perdido gran parte de su peso como marco de referencia para la toma de decisiones incluso entre quienes se sienten vinculados a ellas. En ese sentido el cambio en el estatus de la religión es una de las manifestaciones del intenso proceso de cambio económico, social y cultural de las tres o cuatro últimas décadas.
Aunque algo más de la mitad de los españoles dice pertenecer a una religión (el 53%) y, dentro de ese grupo, el 86% declara pertenecer a la religión católica, el nivel de religiosidad de la población española es muy bajo, media de 3,7 en una escala de 0 a 10, con casi el 40% en la posición más baja de la escala (0-2).
Algunos elementos creenciales tradicionales de la religión tienen un nivel de aceptación bajo. Casi la mitad de los españoles cree en la existencia de Dios, el 38% cree en el pecado y alrededor de un tercio cree en la vida en otro mundo después de la muerte, los milagros, el cielo y los libros sagrados. Un segmento más pequeño de alrededor del 20% cree en la reencarnación, el demonio y en el infierno.
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