“Id a cazar y gato que veais, gato que pelais. y en vez de ir de caza de perdices , pues a por los gatos, no te puedo decir nada mas porque no estoy familiarizado con este problema. PD: (tambien puedes ir por la noche y con la caravina del22. bajo el asiento del coche”. (M. López)
Esta es la transcripción literal, faltas incluidas, del mensaje dejado por un cazador en el foro de una conocida página cinegética espaňola.
Su propuesta, su indecente y repugnante propuesta no puede ser más clara, carente de rodeos y de eufemismos, total ¿para qué disimular entre pares? Tampoco me imagino a los que una noche apalean a un indigente en un cajero andarse con remilgos ni metáforas en su conversación antes de entrar y dejar sangre, dientes y un cuerpo agonizante sobre los cartones.
—¡Salid a matar gatos, compaňeros! Si vais de jornada de caza y aparece alguno ¡pegadle un tiro! Y como la ocasión la pintan calva tened la previsión de llevar siempre un arma escondida en el coche, porque si regresáis del trabajo, como buenos ciudadanos, o de visitar a vuestra anciana madre, como hijos ejemplares, nunca se sabe, y gato que se cruza puede y debe ser un gato muerto—.
Un poco más resumido en su mensaje pero eso viene a ser lo dice este ....... (Rellenad los puntos suspensivos con lo que queráis. Puede que no sea políticamente correcto, puede incluso que el despacho de abogados de Cremades & Sotelo os interponga una demanda a instancia de la Fundación Toro de Lidia, que son muy corporativos ellos con los cazadores, pero os aseguro que cualquier juez que reuniese las cuatro características descritas ya por Sócrates os absolvería de inmediato y, en cualquier caso, vamos a dejarnos de paños calientes y de llamar al derrame brutal del Prestige “hilillos de plastilina”: ese M. López es justamente eso que habéis “escrito” sobre los puntos).
Cada día me asombran menos las reseňas en las noticias sobre cazadores que mataron a alguien (humano) por un quítame allá esos metros de una linde, o líbrame de esos celos de pareja (o de ex), o aparta de mí ese terror a volver a casa un domingo sin algún cadáver en el maletero. Y cada vez lo hace más, en un desconcierto aderezado con un asco infinito, que la Administración siga otorgando (y manteniendo) permisos de armas a quienes se dedican a matar a seres vivos con capacidad para sentir por placer (todos), o los dejan heridos para que las hemorragias, las infecciones u otros animales acaben con su vida, despacito, horas o días más tarde (todos también), o a los que como este forero montero y se descojonan públicamente hasta de las normas que regulan su criminalmente legal deporte (muchos), o a esos que en lo que luego se clasifica como "accidente" le esparcen los sesos a un compaňero de batida o a un paseante (también muchos), y a los que directamente tiran de su arma, de su licencia y de ese carácter violento y carente de empatía inherente a su condición de cazador para asesinar por un repentino (o premeditado) cruce de cables, enfado, envidia o deseo de venganza.
Podría colgar más mensajes similares, guardo unos cuantos, alguno de ellos incluso indica que es absurdo desperdiciar cartuchos, y que resulta más económico capturar al gato con una trampa y golpearle con un palo en la cabeza hasta que le salga una pasta blanca por las orejas, otro dice que hay que sumergirlos dentro de una jaula en agua. En fin, que numerosos escopeteros son tan chulos, e idiotas, como para escribir esas cosas en sus círculos, y tan cobardes, y nos creen tan imbéciles, como para negarlas después cuando asoman esas miradas crueles, esas bocas hipócritas y esas manos manchadas de sangre ajena fuera de ellos. En ese momento, rozando ya la depravación moral más absoluta, nos regalan discursitos que hablan de legalidad, conservacionismo, ecología, equilibrio, contacto respetuoso con la naturaleza y un amor pleno y ejemplar a todas las especies. Y citan a Delibes igual que los taurinos a Hemingway o Hitler el tratado antisemita "El judío internacional", de Henry Ford.
Ni idea de cuántos animales habrá matado el cazador M. López, desconozco el número de gatos que ha reventado el furtivo M López, y tampoco sé lo que M. López puede tardar en llevarse por delante a una persona en un posible homicidio por imprudencia cazando (deleznable eximente), o en hacerlo, ya sin imprudencia, un hipotético asesino M. López, pero de lo que estoy seguro es de que un sujeto violento -porque la pinten como la pinten la caza culmina con un acto de violencia-, un individuo despiadado que no titubea a la hora de disparar a un animal desprevenido o acuchillar a uno herido porque le divierte, que muestra tendencias delictivas y aconseja su práctica, un cazador, quiero decir, sigue habilitado para poseer armas que no obedecen a la razón, ni a la ley, tampoco a la compasión, sólo lo hacen a la orden del dedo de tantos M. López como hay por nuestros montes, por nuestros caminos, por nuestros pueblos y ciudades.
Ten cuidado con tu gato si se te escapa aunque no sea especie cinegética ni deambule por un coto. Ten mucho cuidado tú si decides salir un fin de semana al monte a buscar setas. Hay por ahí cazadores sueltos y armados.
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