Campo a través, partimos desde El Apartadero. Campo a través no hay porqué mirar atrás. Campo a través, donde la aventura surge al caminar. Atrincherado en una esteparia colina, el aire del Norte me susurra secretos insondables al oído mientras, con su mano derecha acaricia mi cara. Inhalo la espartana quietud que destila el austero pero noble paisaje, antaño bullicioso sabinar. La serenidad que emana del reino de lo minúsculo me desarma. Gota a gota, derramo la mirada sobre la línea que se quiebra en el horizonte y me regocijo en ella. Allí me bebo de un trago las extensas llanuras preñadas de lomas, salpicadas de humildes arbustos y amenazantes molinos. Por cierto, al venerable Moncayo, alguien le nevó en las sienes. ¿Quién habrá sido el descarado? Brilla la luz en el verde de la hierba que brota bajo los tamarices y en los laborados valles. Ajusto la retina para desarticular los indescifrables milagros por el terreno desparramados: una lagartija, el nido de una tarántula, una pelota hecha de arañas, minúsculas flores… desde el cielo, un azor acecha a las fochas. Mas ellas, tremulosas, nadan sin decir ni pio en la Balsa Salada, cerca del carrizal...
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