No se puede pecar impunemente. La situación de España es de extrema gravedad y somos especialmente culpables por nuestra apostasía, nuestra degeneración y un sinfín de leyes que se han promulgado, que han llegado al culmen: ya no se puede promulgar ninguna ley que ofenda más a Dios. Cobardes y traidores, nadie da la cara, aquí vale todo. Pero ¿cómo ha sido esto posible en una nación que era el faro de la Cristiandad? Por una confabulación entre los enemigos de Dios y de España con los "progresistas" infiltrados en la Iglesia para destruir la Iglesia Católica desde dentro, con el pretexto de anular la "dictadura". Y con esta confabulación se estableció un sistema político perverso y una Iglesia Católica mundanizada y desacralizada. El resultado ya lo estamos viendo.
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