Mientras el nobel de literatura Bob Dylan ha comunicado que no podrá desplazarse a Oslo para recoger en mano el premio concedido por la Academia, el señor Echenique proclama la singularidad del reino de Aragón como ente nacional, eso sí, dejando a un lado el Condado de Barcelona al que teme como a un miura.
Por otro lado de nuestro territorio supranacional, Teresa Rodríguez, lideresa de Podemos en esta tierra de “María Santísima” y de un par de agencias, se desmarca, o al menos lo intenta, de Pablo Iglesias, para proclamar, tomando como base el Estatuto de Andalucía, que esta, la Andalucía “podemita”, como “realidad nacional”, no se someterá a la disciplina del “círculo central” de Pablo Iglesias, sino que irá por libre, sin saber un servidor si se refiere al concepto de “Andalucía libre” que proclamara Blas Infante, a saber, libre de paro, caciques, desheredados, latifundios y palos de golf, lo último, lo del golf, es de cosecha propia.
También van apareciendo brotes para que Castilla-León adquiera visos de auténtica Nación, al tiempo que se busca de forma rápida que los países valencianos, reino de Valencia y las Baleares, se incorporen a las tesis republicanas del señor Rufián y su compañero, no de partido pero sí de “partida”, Puigdemont.
Cartagena, por ahora, no parece dar señal de su ancestral cantonalismo, mientras, lo que son las cosas, Melilla y Ceuta, antiguas “plazas fuertes” ubicadas en el Norte de África testimonian su españolidad. En este inmenso carajal que nos toca vivir, Euskadi apuesta por sus derechos forales que la convierten en un auténtico paraíso económico frente a las penurias de los vecinos de Extremadura; y por Navarra, Alsasua para ser más precisos, el concejal del PSOE vota con Bildu que los que empalizaron a dos miembros de la Guardia Civil queden en libertad por tratarse de una trifulca tabernaria.
Y todo esto va ocurriendo como si tal cosa, o sea, el personal, en el que me incluyo, se encoge de hombros y piensa, sin que le falte una pizca de razón, que el “patio” de la casa de cada uno es particular.
No sé ustedes, queridos lectores, pero un servidor va a luchar a muerte por su propia autonomía, la de ser uno mismo y no cualquier fotocopia.
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