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¡Funcionarios, culpables!

Pedro de Hoyos
Pedro de Hoyos
lunes, 12 de abril de 2010, 08:59 h (CET)
Soy funcionario, vade retro. Pertenezco a la odiada casta de quienes después de una carrera se han pasado otros cuantos años preparando oposiciones y las han ganado, mea culpa, a veces contra miles de contrincantes.

Oigo y leo aunque no quiero pestes sobre quienes así ganamos nuestra vida. Aparecemos como responsables de la crisis económica, ésa cuya existencia negaba el primero de todos los funcionarios, y de los cierres de comercios, de las desgracias de los parados y de los inconvenientes de ser autónomo. Somos una lacra, un pecado, unos apestados de los que huir cuanto antes y cuanto más lejos mejor.

Ni siquiera sé, desgraciado lector, si hace usted bien en seguir leyendo esta columna puesto que está escrita por alguien que tiene su sueldo fijo todos los meses, que debe ser un pecado del que deberíamos arrepentirnos eternamente. Se nos acusa de ser la bancarrota del Estado, de tener muchos trienios y resultar una pesada losa para las arcas públicas. Las mismas acusaciones que podrían hacerse sobre los jubilados, por ejemplo. ¿Y si los suprimimos a todos de un burocrático plumazo? ¡Lo que iba a ahorrarse la Hacienda pública!

De nada vale que hayamos estudiado años enteros mientras otros se dedicaban a ganar dinero o recrearse al sol de parques y avenidas, de nada vale que hayamos ganado nuestro puesto de trabajo en dura competencia con miles de opositores a los que, en virtud de nuestros esfuerzos y resultados, dejamos atrás. De nada vale, tenemos muchos trienios y somos carne de cañón que, oh, misterio, sin embargo toda España quisiera imitar.

Somos culpables del enorme débito estatal, de los números rojos de las cuentas públicas. Se nos acusa de ser demasiados... claro que somos demasiados, seguramente es verdad, pero... ¿quién nos llamó, quién creo las plazas, quién las ofreció a todo español disponible? ¿Que somos muchos? Ya, sí, bueno, vale, de acuerdo ¿y de eso la culpa es de...? ¿Qué funcionario tiene la culpa de ello? ¿No sería mejor preguntarse por el origen de tanto y tanto funcionario nombrado digitalmente? ¿Y de los 600 asesores de Zapa en la Moncloa también tienen la culpa los funcionarios? ¿Y de los asesores de los asesores? ¿Y de los coches oficiales? ¿Y de los carísimos despachos renovados automáticamente cada vez que hay un cambio de gobierno nacional, regional o local?

Y si hablamos de esfuerzo, de rendimiento y de calidad ¿por qué no hablamos de los funcionarios que cumplen con rigurosidad y exquisitez su horario y su trabajo? ¿Y de los empleados de empresas privadas que, tal vez maltratados por su patrón o no, tratan a sus clientes con indiferencia o falta de respeto, engañando, pongamos, en el peso, en la calidad de la mercancía o en el precio? Seamos serios, ¿acaso los buenos trabajadores, o los malos, pertenecen todos a una misma casta, a un mismo sector, a una misma empresa?

Que tenemos muchos trienios, que ganamos mucho, que tenemos privilegios, que no nos pueden despedir... Bueno, ¿y cuál es la solución? ¿Prescindir de los funcionarios? ¿Quitarnos derechos adquiridos? ¿Suprimir los trienios? ¿Por qué se acuerdan siempre de los funcionarios en tiempos de crisis y no en tiempo de bonanza? ¿Por qué se acuerdan de Santa Bárbara cada vez que truena? ¿Alguien conoce una alternativa a los imprescindibles funcionarios? ¿Si los suprimimos entregamos sus labores a una empresa privada? ¿Gürtel, Filesa o Time Export?

Pues que se vayan preparando los jubilados..., otro estatus que media España anhela, ellos sí que son una carga económica además de ser improductivos ¿Suprimimos las jubilaciones por real decreto ley y los ponemos a trabajar hasta el momento final?

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