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Y ahora, ¿Qué?

La familia que es España, acaba de saber que el año que viene nos van a bajar el sueldo, y yo me pregunto, y ahora, ¿Qué?
Iria Bouzas Álvarez
jueves, 15 de diciembre de 2016, 00:32 h (CET)
Acaba de salir una noticia que en este mundo del periodismo rápido, vistoso y poco profundo, probablemente no sea muy comentada.

El Banco de España da España da por terminado el crecimiento económico al 3% y prevé una desaceleración de la economía en los próximos meses.

Esto, expresado es castellano comprensible, quiere decir que la economía va a crecer a un ritmo muy inferior al que el gobierno tenía previsto.

Me imagino que la política del equipo económico del gobierno será seguir cantándonos las bondades de sus actuaciones en materias económicas y fiscales y seguir arrogándose cualquier buen indicador de la marcha del país que aparezca.

Pero la realidad es la que es. Las previsiones de impuestos que ha hecho el gobierno están basadas en unas cifras de crecimiento económico que tanto ellos, como cualquiera que sepa sumar dos más dos sin demasiada dificultad, sabíamos que eran falsas.

La macroeconomía en muchas ocasiones es árida y difícil de entender, por eso a mí me gusta trasladar todo a ejemplos de microeconomía porque es mucho más fácil, con un poco de sensatez sobra para entenderla.

España es como una familia en la que hay que pagar un montón de préstamos cada mes, hay que pagar la letra de los electrodomésticos, tenemos que comprar la comida, pagar la luz, el agua, el teléfono, etc.

En esta familia ya no se estaba llegando a fin de mes. Así que a rastras, se ha ido dando una patada adelante pidiendo préstamos para ir tirando.

Pero esta familia está dirigida por unos cabezas de familia que tienen bastante poco sentido común. Las reducciones de gasto que se han hecho han ido primero a los servicios que debieran haber tocado en último lugar y no han hecho el más mínimo esfuerzo por reducir estructura burocrática, observatorios, enchufados, empresas públicas ineficientes y mamandurrias varias.

Se podría decir que estos dirigentes de medio pelo que tenemos han decidido que para llegar a final de mes se deja de llevar al niño al dentista pero se sigue gastando lo mismo en alcohol y fiestas. Esto es tan ilógico como recortar en Sanidad y educación mientras se aumenta el número de cargos de confianza de los políticos. ¡Una aberración!

La familia que es España, acaba de saber que el año que viene nos van a bajar el sueldo, y yo me pregunto, y ahora ¿Qué?

Me temo la respuesta, me la temo mucho.

Los líderes actuales son unos indigentes morales de tal altura, que seguirán manteniendo toda su patulea de enchufados, dietas y demás prebendas a costa de empobrecer a los ciudadanos que los soportamos.

Siguiendo con el ejemplo anterior, el padre se quedará en el bar bebiendo un trago tras de otro después de haber sacado al hijo del colegio y haberlo puesto a trabajar cavando zanjas.

Espero equivocarme, pero mi apuesta es que en los próximos meses veremos: más subidas de impuestos, más recortes en materia social y algún nuevo rescate.

Ojalá me equivoque, lo deseo de corazón. Pero por si acaso, vayan preparándose porque tenemos al mando de la nave a personas que probablemente no deberían estar dirigiendo ni un quiosco de pipas.

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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