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En nuestra vida laboral, solemos pensar que la felicidad llegará cuando alcancemos un mejor puesto, recibamos un aumento o nuestras circunstancias cambien. Pero, ¿qué pasaría si la felicidad no dependiera de factores externos, sino de cómo interpretamos nuestro entorno?
Sí, me refiero a ti. A ese que de vez en cuando va a recoger a sus nietos al cole. A esos que están sentados en un banco de un jardín e incluso a los que están echando una partidita de dominó, esperando matar al contrario esos seis dobles que están a la expectativa, mirando de reojo al rival para que no le asesinen esa ficha adversa que todos no sabemos dónde meter cuando nos hunde la suerte en el reparto de fichas.
Vivir en la tierra plana tiene sus cosas buenas. Si te coges un barco que navegue mucho, puedes llegar al fin del mundo de noche. Hay un río de agua violeta y con peces rosas, que forma una cascada en el borde del mundo. Después del límite se acaba la tierra y hay que tener cuidado de no caerse del mundo.
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