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Ley, ¿dónde estás?

Leyes justas son la garantía de la prosperidad de los pueblos
Octavi Pereña
martes, 7 de febrero de 2017, 00:26 h (CET)
Es Palabra de Dios: ”¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo, para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿Y a quién os acogeréis para que os ayude cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis la vuestra gloria?” (Isaías 10: 1-3). “Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí impiedad, y en lugar de la justicia, allí iniquidad” (Eclesiastés 3. 16). Estos dos textos son una muestra de los muchos que se encuentran en la Biblia que ponen de manifiesto que Dios se interesa en lo que pasa en los tribunales de justicia y de los pensamientos más secretos que nacen en las mentes de los legisladores a la hora de redactar leyes que deben regular la administración de justicia.

“Una ley injusta”, dijo san Agustín, “de ninguna de las maneras es ley”. ¿Cómo saber si una ley es justa o injusta? Nos ayudará a responder a esta pegunta la carta que Martin Luther King escribió desde la cárcel de Birmingham el 12 de abril de 1963, por desacato a la ley de Alabama contra las manifestaciones públicas. Encontrándose encarcelado le llegaron a sus oídos comentarios que sus actividades a favor de los derechos de los negros eran “imprudentes e inoportunos”, y, “suplicando tanto a los ciudadanos blancos y negros a respetar los principios de la ley, el orden y de la sensatez”. Como todos los reformadores religiosos y sociales Luther King fue un loco, irrespetuoso con los principios de la ley, el orden y de la sensatez.

Refiriéndose a sus detractores, escribe: “Mostráis muchísima preocupación por nuestro deseo de desobedecer leyes. Esto es un interés legítimo. Con mucha diligencia insistimos que las personas obedezcan la decisión de la Corte Suprema de 1954, ilegalizando la segregación en las escuelas públicas, es bastante extraño que nos encontremos conscientemente desobedeciendo algunas leyes. Hay leyes justas y leyes injustas. ¿Cuál s la diferencia entre las dos? Una ley justa es un código hecho por el hombre que encaja con la ley moral o la ley de Dios. Una ley injusta es un código que no está en harmonía con la ley moral. Dicho con el pensamiento de santo Tomás de Aquino, una ley injusta es una ley humana que no está enraizada en la ley eterna y natural. Cualquier ley que edifica a la persona humana, es justa. Cualquier ley que degrada a la persona humana es injusta. Todas las leyes que segregan son injustas porque la segregación deforma el alma y perjudica a la persona”.

Romanos 13.1 ordena que todos se sometan a las autoridades “porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. ¿Significa esta declaración que se debe obedecer ciegamente a las autoridades? Este texto separado del contexto de la Biblia, sí, pero cuando se contrasta con otros textos, se matiza la obediencia que se debe dar a las autoridades. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3.16). Los textos que desmienten los absolutismos de las autoridades también son Palaba de Dios y se deben tener en cuenta a la hora de enfrentarse al dilema de la desobediencia civil pacífica.

Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI desobedeció a la Iglesia porque se había alejado de la autoridad de la Biblia. Desobedeció a una autoridad legal, pero injusta. Por ello se convirtió en un proscrito, en un fuera de la ley, condenado a muerte. Ahora, casi se le convierte en santo. ¿Qué ha pasado? Que las denuncias que hacía de la corrupción de la Iglesia eran ciertas.

La desobediencia civil pacífica la avala la Biblia. Tres jóvenes judíos se expusieron a ser destruidos por el fuego por desobedecer la ley de Nabucodonosor que obligaba a los babilonios a adorar la estatua que el rey había mandado construir (Daniel 3. 1-10). El profeta Daniel a pesar de la amenaza de ser lanzado en el foso de los leones, se negó a a obedecer la ley de Darío que exigía que nadie podía adorar a otro dios u hombre que no fuese el rey. (Daniel 6: 1-28). Los apóstoles de Jesús se negaron a obedecer la orden del Sanedrín que prohibía que predican en el Nombre de Jesús (Hechos 4: 1-22). La Biblia enseña a desobedecer pacíficamente las leyes injustas.

Las leyes injustas que estimulan la desobediencia civil pacífica, deben reformarse a la luz de la Ley de Dios. Asemejándose a la Iglesia que debe estar inmersa en un permanente estado de reforma a la luz de la Palabra de Dios, los gobernantes y legisladores deben contrastar continuamente su acción de gobierno a la luz de la Ley de Dios para que las leyes que legislen sean justas. “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado (leyes injustas) es afrenta de las naciones” (Proverbios 14: 34).

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