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Reforma judicial

Las leyes humanas deben ser contrastadas con la Ley de Dios para aspirar a ser justas
Octavi Pereña
martes, 14 de febrero de 2017, 00:01 h (CET)
En el escrito La voz de la conciencia, Gloria Moreno relata las dificultades judiciales de un periodista de televisión y su equipo, acusados de tráfico de personas porque habían ayudado a un niño siriano a llegar a Suecia. El documental de las peripecias del viaje de Grecia a Suecia fue gravado a principios de 2014 y emitido por SVT en enero de 2015. A pesar de las muestras de apoyo que recibió Frederik Önnevall y su equipo, la policía no tardó en presentar una acusación contra ellos de tráfico de personas.

Los periodistas rechazan la acusación ya que no recibieron dinero a cambio de la ayuda prestada al joven Abed. Cuando el adolescente siriano fue llamado a declarar dijo: “Fue un acto de humanidad, sólo querían ayudarme”. Gloria Moreno, escribe: “La Fiscalía resalta que lo que se juzga no es la moralidad de los hechos, sino su legalidad”. Aquí aparece una cuestión: ¿Es correctos que las leyes estén en contradicción con la moral? La respuesta correcta a esta pregunta es esencial para el futuro de Europa y para los países de la Unión. Si se está a favor de que la moral y la ética, en definitiva Dios, no tengan nada que ver con la justicia, entonces se condena a Europa y a los países que la forman a la barbarie, a la ley del más fuerte, que todos los medios son legítimos para conseguir objetivos. En definitiva, una ley sin justicia no es ley, es un papel que una vez usado se lanza al retrete, que es substituido por otro y así indefinidamente.

Al leer en el escrito de Gloria Moreno que la Fiscalía sueca lo que juzga no es la moralidad de los hechos sino su legitimidad, recordé que hace unos años el Gobierno español prohibió a los andaluces que vivían en la zona costera a la que llegaban pateras sobrecargadas de inmigrantes enfermos, hambrientos, desnutridos. Suecia y España y tantos otros países pretenden que las personas sean meros números en las estadísticas de población, sin alma, que puedan ser manipuladas a placer por el Gobierno de turno. El ser humano sin ley moral que lo gobierne se convierte en un monstruo. El día a día pone de manifiesto la cantidad de monstruos que pululan por nuestras ciudades y pueblos. Muchos de estos monstruos son personas que defienden con todo el poder que les concede la ley, la preeminencia de la ley por encima de la moral. Convierten la ley en un ídolo. La ley como todos los ídolos destruye a sus adoradores.

Está documentado que en los inicios de la era cristiana, cuando los ciudadanos romanos eran obligados a quemar unos granos de incienso ante la estatua del emperador que representaba la ley, los cristianos poniendo en peligro sus vidas se negaban a hacerlo porque tenían una Ley, la de Dios, que estaba por encima de cualquier otra ley. No podían jurar fidelidad a una ley injusta. No podían acallar sus conciencias acatando servilmente una ley injusta. ”Nada es políticamente correcto que sea moralmente equivocado” (Abraham Lincoln)

Maimónides ,el filósofo judío nacido en Córdoba, ha dejado constancia de su pensamiento político cuando escribe: “Por otro lado si una ley vigente desde hace mucho tiempo y en el transcurso de los años resulta ser anacrónica, debe derogarse de inmediato. En términos jurídicos la cuestión se resume así: “Se sancionó una ley en Israel, y permaneció vigente durante muchos años y, en determinado momento apareció un nuevo tribunal y se comprobó que aquella ley no satisfacía las exigencias del momento, en este caso debe anularse, aun cuando el nuevo tribunal sea inferior en sabiduría y autoridad al tribunal original”.

Elihú, uno de los amigos del patriarca Job que fue a visitarle para confortarlo en su aflicción hace esta pregunta: “¿Podrá gobernar alguien que odia la justicia?” (Job 34:17). Una pregunta para la reflexión. Cuando la Fiscalía sueca juzga el hecho moralmente correcto a Frederik Önnevall y a su equipo por haber cometido una ilegalidad, ¿los jueces pueden juzgar? Legalmente sí porque poseen el título que les acredita como jueces, pero sus sentencias a pesar de que sean legales, si son contrarias a la moral, son ilegales. El profeta Amós dice: “Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra” (5:7). Y Moisés confirma. “No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito” (Éxodo 23.6).David

Los males de la administración de justicia el Predicador, el hijo de David, autor de Eclesiastés, los revela cuando escribe: “Vi debajo del sol: en lugar de juicio, allí impiedad, y en lugar de la justicia, allí iniquidad” (3:16). Personas injustas se han apoderado de las salas de justicia, por esto, hechos moralmente correctos se pueden convertir en ilegales. En cambio, se promulgan leyes que legalizan la violencia doméstica en Rusia y que aprueban la corrupción en Rumania.

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