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Las torres de la Sagrada Familia

Que sea más alta la torre dedicada a María que las de los evangelistas indica desobediencia a Dios
Octavi Pereña
martes, 14 de marzo de 2017, 00:11 h (CET)
La decisión de que la torre del templo de la Sagrada Familia de Barcelona dedicada a María sea más alta que las delos evangelistas la tomó el cardenal Lluís Martínez Sistach en el año 2012. En su libro recientemente publicado Un cardenal se confiesa Martínez Sistach, dice: “Como presidente de la fundación para la construcción del templo pedí a los arquitectos que fuese así y así será. Gaudí por su devoción a la Madre de Dios bajo las advocaciones de Misericordia, Montserrat y Mercè, sin duda lo contemplará desde el cielo con muy buenos ojos”. Josep Playà Maset titula Decisión teológica para la torre el escrito que trata de la Sagrada Familia y de las torres que deben construirse. Realmente, lo que se esconde detrás del deseo del cardenal de que la torre dedicada a María sea más alta que la de los evangelistas es una cuestión teológica de mucha importancia. “Cuestión de representividad, en este caso, a la virgen le tocaba ser más alta que los evangelistas”, escribe Josep Playà Maset.

Al finalizar el llamado Sermón de la Montaña, Jesús dijo a sus oyentes: ”Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). Dese cuenta el lector que Jesús dice: Cualquiera que oye y hace edifica sobre la roca. Escuchar va más allá del Sermón de la Montaña, alcanza a toda la Escritura porque toda ella es “inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfectamente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16,17). Los oyentes en Jesús deben hacer caso a toda la doctrina bíblica si realmente desean construir sus vidas sobre la Roca que es Jesús. La Biblia enseña que a su contenido no se le puede quitar ni añadir nada. Si no se hace así, al fundamento doctrinal se le añade arena que lo debilita, entonces, sea en el ámbito individual o eclesial, se resiente y el edificio que se construye encima no puede resistir los embates de las doctrinas falsas. Simbólicamente, el hecho que la torre dedicada a María sea más alta que las de los evangelistas pone al descubierto que al fundamento de la Iglesia, cuerpo espiritual de Jesús, se le ha añadido arena que lo debilita.

La diferencia de altura entre las torres de los evangelistas y la de María hace resaltar un problema teológico que viene arrastrándose desde hace siglos: ¿Qué papel juega María en el plan de Dios para salvar a su pueblo? María era una adolescente temerosa de Dios a quien el ángel le comunicó que había sido escogida por Dios para ser madre del Salvador. Al presentarse a ella, el ángel le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres…”. Y María dijo: ”He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1: 28,38). Después María visita a su parienta Elisabet que había concebido un hijo en su vejez. Entre otras cosas la favorecida del Señor dijo: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva, pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso, santo es su Nombre…Hizo proezas con su brazo, esparció a los soberbios en el pensamiento de su corazón. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes” (Lucas 1: 46-55). María que confesó que el Señor “quita de los tronos a los poderosos y exalta a los humildes”, no le pudo pasar por la cabeza querer ocupar otro lugar que el que le ha asignado el Salvador en el plan de Dios para salvación de su pueblo. Si María pudiese mirar desde el cielo y ver la exaltación desmesurada que se hace de ella, no lo vería con muy buenos ojos. Todo lo contrario, lloraría al ver el desvío doctrinal en que han caído quienes la veneran hasta convertirla en la diosa del cielo.

Indiscutiblemente Jesús es la piedra del ángulo del cimiento sobre el que se edifica la Iglesia de Dios. Sobre este cimiento que es a prueba de inundaciones, Dios ha puesto piedras humanas que contribuyen a darle fuerza. Los creyentes en Cristo ”ya no somos extranjero ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo, de quien todo el edificio bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros sois juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 19-22). Los apóstoles y los profetas son las “piedras vivas” (1 Pedro 2: 5) que el Señor escogió como portavoces para anunciar su palabra de salvación. El hecho de que los apóstoles y profetas formen parte del fundamento sobre el que se levanta la Iglesia de Dios, que en el símil del cuerpo, Cristo es la Cabeza, implica que la Iglesia del Señor no puede edificarse prescindiendo de la Palabra de Dios. Este es el grave pecado que ha cometido la Iglesia católica, pues, abandonando la autoridad suprema de la Palabra de Dios ha debilitado el fundamento anteponiendo a la autoridad apostólica y profética a María, “piedra viva” que ocupa un lugar en el edificio espiritual que es la Iglesia de Dios, pero que no le corresponde ocupar un lugar privilegiado en el fundamento. El hecho que por cuestión de representividad la torre dedicada a María sea más alta que las de los evangelistas, es una muestra de desobediencia a la autoridad de Jesucristo Señor de la Iglesia.

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