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¿Sonarán las aulas por bulerías?

Hoy se cumple un año de la declaración del flamenco como Patrimonio de la Humanidad
Antonio Alcántara
jueves, 17 de noviembre de 2011, 11:16 h (CET)

El 16 de noviembre de 2010, nada más conocer la noticia, escribí:

Entre tanta parafernalia política, me acuerdo de los sonidos de la fragua al compás del martillo, los melismas por los surcos con los cantes camperos al mecido del arado y marcando el tiempo de la besana, de los barrenos en las minas y de los nudillos en los tabancos. De artistas que han sufrido y pasado calamidades para transmitirnos este inmenso legado, que han soportado la burla de señoritos y vituperios feroces, me viene a la cabeza la labor de investigadores que se han dejado la piel y su precioso tiempo, la flamenquería lorquiana, las largas noches de verano en festivales en los que el churrero echaba la persiana a los cantes, recuerdo a aficionados cabales, peñistas que creían y siguen luchando por este arte al que he tenido que defender muchas veces y sacar pecho al parecer un bicho raro por amar una música que hoy catalogan de universal, aunque ya lo es desde hace mucho tiempo.

Me alegro de esta noticia, sobre todo, por esa dignificación y porque espero que traiga hechos (y no palabras) positivos. Sería maravilloso que todo el pueblo andaluz conozca quién fue Don Antonio Chacón, Niño Ricardo o Silverio Franconetti, que diferencie una soleá de una seguiriya, e incluso sería más gratificante que lo aprendan los más pequeños al igual que estudian a otros grandes de las letras como Bécquer o Góngora. Que el compás llegue a las aulas y el duende de este arte andaluz y universal inunde los centros educativos.

El flamenco siempre fue patrimonio universal porque es algo intrínseco al ser humano y lo seguirá siendo mientras la humanidad continúe sufriendo, riendo y ante todo, sintiendo. Como dice el maestro Morente: "La humanidad es patrimonio del flamenco". Un abrazo y a seguir luchando por este arte que nos une y al que amamos. Y como he escuchado a un gitano viejo decir contó el arte del mundo: "Ya tenemos carnet". Confiemos en que sirva para algo.

365 días después ha habido más escaparate que trabajo en la trastienda. Es cierto que acaban de realizar un congreso internacional sobre la materia y hay que aplaudirlo así como que el día de hoy haya sido nombrado como día del flamenco. Eso está muy bien, pero hace un año hubo una promesa que sigue 'echá en el olvío': el flamenco en las aulas. Hoy Paulino Plata se ha paseado por los colegios con flamenquísimas promesas como las que hace un año hizo Griñán cuando se le llenó la boca de ritmo al afirmar que el flamenco iba a estar muy pronto en los colegios. Un año después en las aulas hay más cartabón que compás.

En la rueda de prensa de presentación del curso escolar, le pregunté al delegado de Educación de Almería el motivo por el que todavía no se incluía el flamenco en los programas escolares y se quedó más fuera de juego que Julio Salinas. Ni se acordaba del anuncio de su presidente y me afirmó que se lo preguntaría. En esa rueda de prensa se presentó el chino como idioma extraescolar. No digo yo que no sea importante el mandarín, pero antes de ampliar sus ramas un buen árbol debe saber de dónde vienen sus raíces. También se roneó de educación 2.0. Los alumnos tienen hoy en día más TIC's que BIC's, pero el dominio de las nuevas tecnologías en las aulas es directamente proporcional al del fracaso escolar. Así que tampoco empecemos la casa por el tejado porque si no los niños andaluces seguirán felices con sus ordenadores gratuitos (bueno, que pagamos todos) abanderando la alfabetización digital, pero sin saber si vergüenza se escribe con b o con v, leyendo los comentarios del Tuenti y sin visitar jamás 'La casa de Bernarda Alba'.

Bueno, que me pongo estupendo, vuelvo al tema del flamenco. Plata y Álvarez de la Chica han aseverado hoy que nuestra universal música va a estar en las aulas. El consejero ha prometido 100.000 euros para fomentar su incorporación a la práctica educativa más lo que aporte el Ministerio. Esperemos que no sea en Conocimiento del Medio y no se refieran a ese ave tan bello que vuela por el Cabo de Gata. Ojalá que no sea ojana y sus palabras sean de plata fina. Confío en que el flamenco se instaure en los centros por derecho y para eso hacen falta personas acreditadas, profesores que chanelen para que no suceda como con la informática donde muchos niños están años luz por delante de sus docentes. Si la asignatura se implanta, daré al césar lo que es del césar y le haré compás por bulerías a Plata y si hace falta le cantaré por alegrías a Griñán, pero sobre todo, me sentiré orgulloso de que los niños de la región que engendró al arte jondo puedan saber que un martinete no es el diminutivo de Martín, que un polo además de comerse también puede cantarse y que una bulería es algo mucho más complejo y maravilloso que la canción de Bisbal. Me llenará de orgullo y satisfacción (¡qué real me ha quedao eso!) que los churumbeles de la tierra que me vio nacer sepan quienes fueron Manuel Vallejo y La Macarrona o tengan la posibilidad de escuchar la guitarra de Niño Ricardo. Porque para apreciar y valorar esta música hay que estudiarla y sentirla, ya que no se puede amar lo que no se conoce.

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Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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