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Alberto Canales

Parla, 35 años de ciudad dormitorio y futuro incierto

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En un artículo periodístico del año 1977 titulado "Nadie quiere vivir en las ciudades dormitorio", se reflejaba toda la problemática existente en las ciudades del áerea metropolitana de Madrid, por la ausencia de dotaciones, infraestructuras, empresas, comercios, industrias, etc. mencionando que "las personas que hace años se fueron tan contentas a las ciudades dormitorio ya están cansadas y se han convencido que ese sistema de vida no es el apropiado, pues lo que en principio iba a ser un hogar, se convierte en un mero refugio nocturno".

Esas afirmaciones de hace más de tres décadas, nos suenan a muchos parleños como si las escucháramos ahora mismo. Treinta y cinco años después esos desfasados conceptos desarrollistas imaginados en blanco y negro, están en plena vigencia en Parla, un municipio sumido en una gravísima crisis social y económica, con la ausencia casi total de un dinámico tejido empresarial, comercial y productivo, ya que, al contrario de lo que ocurre en todos los municipios limítrofes similares en tamaño y población, Parla es la última ciudad dormitorio como tal en la que aún perduran muchas de esas carencias y deficiencias estructurales e infraestructurales, ya endémicas pero inaceptables en una ciudad de este tamaño, con ciudadanos encadenados a largos y forzosos desplazamientos fuera de la ciudad para muchas de sus actividades en sus vidas cotidianas.

El clamor de indignación y creciente malestar por el preocupante momento presente y el incierto y oscuro futuro, se escuchan en cualquier rincón de Parla, cada vez más con el ruinoso rumbo que están tomando todos los acontecimientos. Desvelando, al margen de la pésima gestión que ha conducido a la catastrófica situación actual, una depauperación sin precedentes en un municipio azotado por una astronómica tasa de paro, bolsas de pobreza, problemas de integración, la mayor tasa de inmigración, enorme fracaso escolar, etc. y donde la burbuja inmobiliaria, alimentada por unos dirigentes que apostaron por enladrillar la ciudad en lugar de atraer empresas y hacerla un lugar atractivo para la inversión productiva, ha convertido a los barrios de Parla en ciudades dormitorio a su vez dentro de otra ciudad dormitorio, esencia e icono del denominado "tapayogurismo". Que la vivienda sea barata, accesible y despojada de toxicidad especulativa, es lo deseable para toda la sociedad, pero en la actualidad la explosión de la burbuja inmobiliaria acontecida en Parla poco tiene que ver con esos ideales de equilibrio y desarrollo, sino que  es el reflejo de un colapso y de una cuesta  abajo socioeconómicas de proporciones siderales.


 

Parla, 35 años de ciudad dormitorio y futuro incierto

Alberto Canales
Lectores
martes, 13 de diciembre de 2011, 14:28 h (CET)

En un artículo periodístico del año 1977 titulado "Nadie quiere vivir en las ciudades dormitorio", se reflejaba toda la problemática existente en las ciudades del áerea metropolitana de Madrid, por la ausencia de dotaciones, infraestructuras, empresas, comercios, industrias, etc. mencionando que "las personas que hace años se fueron tan contentas a las ciudades dormitorio ya están cansadas y se han convencido que ese sistema de vida no es el apropiado, pues lo que en principio iba a ser un hogar, se convierte en un mero refugio nocturno".

Esas afirmaciones de hace más de tres décadas, nos suenan a muchos parleños como si las escucháramos ahora mismo. Treinta y cinco años después esos desfasados conceptos desarrollistas imaginados en blanco y negro, están en plena vigencia en Parla, un municipio sumido en una gravísima crisis social y económica, con la ausencia casi total de un dinámico tejido empresarial, comercial y productivo, ya que, al contrario de lo que ocurre en todos los municipios limítrofes similares en tamaño y población, Parla es la última ciudad dormitorio como tal en la que aún perduran muchas de esas carencias y deficiencias estructurales e infraestructurales, ya endémicas pero inaceptables en una ciudad de este tamaño, con ciudadanos encadenados a largos y forzosos desplazamientos fuera de la ciudad para muchas de sus actividades en sus vidas cotidianas.

El clamor de indignación y creciente malestar por el preocupante momento presente y el incierto y oscuro futuro, se escuchan en cualquier rincón de Parla, cada vez más con el ruinoso rumbo que están tomando todos los acontecimientos. Desvelando, al margen de la pésima gestión que ha conducido a la catastrófica situación actual, una depauperación sin precedentes en un municipio azotado por una astronómica tasa de paro, bolsas de pobreza, problemas de integración, la mayor tasa de inmigración, enorme fracaso escolar, etc. y donde la burbuja inmobiliaria, alimentada por unos dirigentes que apostaron por enladrillar la ciudad en lugar de atraer empresas y hacerla un lugar atractivo para la inversión productiva, ha convertido a los barrios de Parla en ciudades dormitorio a su vez dentro de otra ciudad dormitorio, esencia e icono del denominado "tapayogurismo". Que la vivienda sea barata, accesible y despojada de toxicidad especulativa, es lo deseable para toda la sociedad, pero en la actualidad la explosión de la burbuja inmobiliaria acontecida en Parla poco tiene que ver con esos ideales de equilibrio y desarrollo, sino que  es el reflejo de un colapso y de una cuesta  abajo socioeconómicas de proporciones siderales.


 

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