Las redes sociales son el lugar adecuado para promocionar una obra, sobre todo para los escritores que, por imperativos del mercado y de la exponencial demanda, no logran hacerse un hueco en los suplementos literarios o revistas culturales.
En estas fechas de fin de año, con la llegada de Navidad y del día de los reyes, Facebook se estremece ante la actividad de los autores que, como por arte de magia, se transforman en comunicadores imparables, se conectan a diario, seis a siete veces por día, para recordar a los demás usuarios que su obra está en el mercado, que sigue viva, y cómo no, que puede ser una buena idea de regalo.
Paseándose por los menús de Facebook y observando con minucia el mundo sin fin de la red más extensa del mundo, uno puede encontrarse con unas prácticas promocionales interesantes que aquí pongo a disposición de los lectores. Todas estas prácticas tienen sus beneficios e inconvenientes, pero lo mejor es que pueden adaptarse a los gustos y las características de cada usuario. Eso es, finalmente, lo maravilloso de la red.
La primera acción promocional –la que casi todos los escritores realizan– consiste en colgar en sus muros reseñas publicadas por otros blogs o periódicos, divulgar breves extractos o cortas citas de la obra, e incluso exponer el tráiler del libro para hacer crecer la expectación. Todas estas acciones pueden tildarse de discretas ya que se limitan a hacer anuncios en su propio espacio y dialogar con los amigos de su círculo. Sin embargo, no satisfacen a los escritores que desean una rápida y gran repercusión en las redes ya que pueden pasar desapercibidas.
Otra acción consiste en hacer miles de amistades, multiplicar las solicitudes hasta que Facebook detecte una actividad sospechosa que roza lo delictivo. Entonces, ya teniendo a un público más amplio, el escritor puede actuar como un graffitero y pintar en los muros de los conocidos anuncios que hacen referencia a la última obra publicada. ”Hola, te informo de mi última obra” o “Mi obra está teniendo una buena acogida”. Esta forma de proceder puede tener efectos positivos si el mensaje es llamativo y prudente, pero también puede convertirse en una práctica invasora si se repite en el corto plazo. El riesgo que corre el escritor es que lo cataloguen de “pesado” y que se vea bloqueado a los pocos días.
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| La tercera forma de promover un libro consiste en tomarse una foto con el libro, o del libro sólo, o incluso de cualquier cosa que haya sido mencionada en el libro (gatito, perrito, pajarito, tía buena, hombre fornido, pistola o incluso ropa íntima), colgar esa foto en su perfil y, luego, etiquetar al mayor número de personas posibles. Con este procedimiento, la visibilidad de la foto es garantizada casi al 100%, ya que la foto también aparece en el muro de la persona etiquetada. Sin embargo, las reacciones de los demás usuarios, puede ser inadecuada. Muchas personas se exaltan, borran la etiqueta, hacen públicas sus quejas y hablan de intrusión. Algo totalmente contraproducente para el escritor.
El mensaje privado enviado a todos los conocidos (es decir el mensaje masivo) es la siguiente manera de promocionar una obra. El funcionamiento es realmente sencillo ya que se limita a añadir todo los conocidos que se le vengan en mente como destinatario y, luego, redactar un texto llamativo. Esta práctica se asemeja bastante al correo basura y, por lo tanto, para que el escritor no sea confundido con un mercader cargante, un pregonero insoportable, es importante que el arranque sea original. El último mensaje de ese estilo que recibí empezaba así: “Hola, aquí os dejo la página de mi libro” y, lamentablemente, con ese tipo de anuncio, lo más probable es que el receptor se irrite y abandone la lectura. La actividad promocional de un escritor es realmente dura.
En algunas ocasiones el escritor puede convertirse en organizador de concursos a través de su página en Facebook y sortear ejemplares de su obra. Ésta es la quinta forma de promocionarse. Es una forma simpática de enganchar al lector y de crear una relación más duradera, que sólo requiere elaborar una pregunta interesante, así como: “¿Cómo se llama el protagonista principal de esta novela?” o “¿Cómo se termina el tercer cuento que publiqué después de ganar el premio Motel?”. Lo único malo es que esta práctica implica gastos y gran parte de los escritores tienden a evitar este tipo de prácticas.
Una de las modas de los últimos meses consiste en crear un grupo, invitar unilateralmente al mayor número posible y bombardear el mismo mensaje (es decir la dirección del blog de su obra) dos o tres veces al día. El resultado puede tener efectos positivos si el número de miembros es relativamente grande. Ayuda a tener más visitas al blog de la obra, pero –y eso es lo más frecuente– puede generar una reacción agria si el escritor es el único en participar en ese grupo.
La séptima forma de promocionarse es quizás la menos productiva de todas: la creación a diestro y siniestro de eventos ficticios que son, al fin y al cabo, una forma de mencionar la obra recién publicada. “El escritor te invita al lanzamiento de su obra”. “El escritor te invita a leer su obra”. “El escritor te invita a invitar a gente a comprar la obra”. Es efectivamente un modo de generar ruido y visibilidad pero está comprobado que el número de invitaciones en Facebook es generalmente muy alto y, por lo tanto, la gente acaba ignorándolas.
Así pues, Facebook ofrece muchas herramientas para dar a conocer una obra. Es posiblemente uno de los instrumentos más empleados de los últimos años ya que permite acceder a distintas audiencias sin tener que mover los mismos recursos que en los medios tradicionales. Sin embargo, es recomendable tener un plan en el que se valoriza al usuario y se respeta su espacio de tranquilidad. La creatividad y la originalidad en Facebook son imprescindibles para atraer y vender. Y más todavía cuando hablamos de vender libros…
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