La sombra de la derrota sembrará los campos del realismo en las ilusiones progresistas. A pocas semanas para la celebración del congreso socialista en Sevilla, es momento de enderezar el tallo marchitado de la rosa y comenzar la reconquista de los feudos arrebatados por los sables azules de la derecha. Las políticas neoliberales de Zapatero y la apuesta equivocada por Rubalcaba deberían marcar la autocrítica interna del partido como punto de inflexión para visualizar la senda política de su futuro.
La incoherencia ideológica de la marca socialista en el discurso neoliberal de Europa ha contribuido, sin duda alguna, al entendimiento sociológico de la derrota. Desde la crítica progresista debemos reflexionar sobre la conveniencia de seguir sumisos a los dictámenes conservadores de Merkel o, por el contrario, reivindicar una Europa más social y keynesiana como discurso distintivo de la nueva impronta del partido. Los resultados nefastos del pasado noviembre, ponen en evidencia el fracaso pedagógico de las filas socialistas en su intento antinatura de explicar al soberano sus infidelidades ideológicas de partido. Desde esta reflexión, el nuevo PSOE debería aprender de su caída y lanzar un mensaje de rebeldía a las paredes infranqueables de Europa con objeto de recuperar la confianza perdida de sus fugitivos y construir la nueva identidad de su partido.
El último error de ZP, o dicho en otros términos, la apuesta equivocada y “a dedo” por Rubalcaba debilitó los cimientos democráticos de la rosa y quebró la ética kantiana del momento. La zancadilla a Chacón, por parte de Zapatero, y la convocatoria anticipada de elecciones ante las brisas favorables de los sondeos internos hacia Alfredo, contribuyeron, sin duda alguna, al desenlace presente de la derrota. El tropiezo de ayer debería servir de moraleja para fortalecer la democracia interna del partido y legitimar a su líder por la razón de las mayorías. La crítica constante del “dedazo de Aznar” por parte de las filas de Zapatero, y la praxis oscura en la designación de Rubalcaba ponen en evidencia, la caída socialista en los precipicios de la demagogia.
El fracaso histórico de Almunia ante la apuesta errónea por el continuismo del felipismo debe ser tenido en cuenta para no volver a cometer el mismo error en la resolución de la ecuación del liderazgo. Tanto Chacón como Rubalcaba siempre serán recordados por el ideario colectivo como los ministros del “gobierno nefasto” de Zapatero. La reconquista del feudo socialista debe comenzar por la apuesta de un nuevo jinete que enderece los caballos y cure a los heridos del campo de batalla. Solamente borrando la pizarra de los residuos de tiza de la clase anterior podremos enderezar el discurso pedagógico de nuestro presente. Tal y como dijo Ignacio, un comentarista de este blog en el post El cetro, “…existen dos dimensiones distintas de valorar y aceptar a un líder: una, respecto a los afiliados de su organización y dos, frente a un electorado…”. El nuevo líder, siguiendo el razonamiento de nuestro lector, debería surgir de la razón democrática interna del partido y escuchar la voz de su electorado, es decir, el no aplastante al continuismo de Zapatero.
Con los mimbres de la razón sobre la mesa, la regeneración del partido socialista debe construirse con un discurso europeísta basado en la socialdemocracia que le haga cara al merkelismo neoliberal de don Mariano. El nuevo jinete deberá montar un caballo que relinche con bravura sin que nadie pueda acariciar las heridas de sus caídas. Ese nuevo corcel de rojo pedigrí será el que consiga reconquistar los feudos de la España azul desencantada.
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