En la tarde del primer sábado de enero las calles más céntricas de la ciudad de Bilbao se han visto repletas de gentes llegadas en decenas de autobuses y coches particulares desde todos los puntos de la geografía vasca para reclamar un cambio en la política penitenciaria y exigir que los “presos políticos” de ETA vuelvan a Euskadi. Resulta que ahora deben ser ellos las “víctimas del Estado Español” por mantener a sus presos fuera del País Vasco. Se creen verdaderas víctimas y se piensan en el derecho de poder exigir sus derechos cuando ellos no respetaron el derecho más básico de un ser humano: su vida. Las víctimas no son ellos, las víctimas son las personas que han resultado asesinadas a lo largo de la dilatada historia de la banda terrorista. Ellos son las auténticas víctimas de su barbarie y no los militantes de ETA que eligieron voluntariamente permanecer a esta banda de asesinos que ha sembrado el terror durante años en las calles de las provincias vascas. Unas calles en las que durante décadas el ocultismo de la propia opinión personal estaba presente en casa esquina, en cada rincón, en cada bar. Unas calles en las que no se podía mostrar la ideología política ni el pensamiento personal por miedo a que tu propio vecino, tu tendero o el señor con el que te cruzas cada mañana en la plaza, pertenezca a esta banda de criminales y la siguiente vez, por unas malas palabras, pudiese tocarte a ti. España en general y Euskadi en particular hemos luchado con acierto y firmeza contra ETA y nos hemos lanzado a la calle en cada atentado, en cada asesinato, mostrando nuestra repulsa por las acciones llevadas a cabo desde las filas de la coalición. Y es que no sólo han matado, también han hecho emigrar de la región vasca a cientos de empresarios que huían del impuesto revolucionario poniendo ellos mismos, ETA, en peligro la economía y subsistencia de ese País Vasco que tanto añoran sus presos, que tanto quieren y que tantas veces han llevado al traste. Con la manifestación de este sábado la izquierda abretzale ha conseguido lo que pretendían: salir en la foto. Salir en la foto e intimidar, - desde su convicción política - , al actual presidente del Gobierno para que se dé cuenta de que existen y atiendan a sus exigencias. Una reivindicaciones que no se pueden permitir ya que unos asesinos, unas personas que han coaccionado a decenas de ciudadanos vascos no están en disposición de exigir. Desde las matanzas multitudinarias, hasta el asesinato individual; desde la extorsión empresarial a la violencia callejera centrada en la ‘Kale Borroka’ hacen dejar las cosas claras y pensar en ellos como lo que son, el garbanzo negro de la sociedad vasca.
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