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¿Qué hace la ONU?

Un tinglado astutamente manejado por expertos
Francisco Rodríguez
sábado, 21 de enero de 2012, 11:36 h (CET)

Creo que todos podíamos esperar de la ONU que fuera un instrumento eficaz para el mantenimiento de la paz y la armonía entre las naciones y la defensa de los derechos humanos que ella misma promulgó el 10 de diciembre de 1948. Es cierto que, después de 1945, no se ha vuelto a producir ninguna guerra mundial, pero no es menos cierto que de forma constante, muchos países han sufrido o sufren enfrentamientos, invasiones, genocidios, desplazamientos y amenazas, que no acreditan precisamente la eficacia del que se proclama como el más alto organismo internacional.


Recordemos las guerras del sureste asiático, las de África, las de Oriente Medio, las que ocasionó la descolonización, los enfrentamientos constantes de la guerra fría o caliente entre los dos bloques. La caída de los países comunistas ha generado nuevas guerras en Afganistán, los Balcanes o Chechenia. El terrorismo de Al-qaeda, la llamada, no sé por qué, primavera árabe, el desafío del Irán, etc. ¿Ante todas estas cosas qué ha hecho o qué hace la ONU?


Con respecto a la defensa de los derechos humanos, tampoco tiene mucho de qué presumir la ONU. En estos momentos están siendo asesinados los cristianos de varios países musulmanes, o los musulmanes chiíes a manos de los suníes o al revés, sin respetar los más elementales derechos humanos, al igual que la sangrienta dictadura de Cuba o el esperpento de Corea del Norte. Todo ello no parecen preocupar especialmente a la ONU, empeñada en redefinir tales derechos a través de los “expertos”, aupados por poderosos grupos de presión, que están manejando los diversos organismos y conferencias, a través de las cuales están imponiendo el aborto, la homosexualidad, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la omnímoda libertad sexual  como nuevos derechos, que todos los países tienen que legalizar.


Las ayudas a las naciones más pobres, resultan condicionadas a planes para el control de su población, pues están empeñados en salvar el planeta a base de reducir su número de habitantes.

Si la ideología comunista está en retirada, la ideología de género, el neo-maltusianismo, el calentamiento global y otras cosas por el estilo, gozan de vía libre para difundirse e imponerse. La Comunidad europea también está siguiendo e implantando dócilmente las propuestas “onusianas” y presionando a los países que la forman para aceptarlas y convertirlas en leyes propias.


La organización Familia Católica y Derechos Humanos (C-FAM) que defiende la vida y la dignidad humana en la ONU, viene informando en su boletín semanal de noticias de la desigualdad en que debe enfrentarse a los poderosos grupos de presión que imponen sus ideologías, invocando acuerdos de conferencias y organismos que ellos controlan e interpretan, así como la falta de transparencia del uso que hacen Organismos como UNICEF o UNFAP, de las cuantiosas cantidades que reciben.


Muchas ONGS, presentes en los organismos de la ONU, actúan para difundir la contracepción o el aborto, bajo los conocidos eufemismos de planificación familiar o promoción de la salud sexual y reproductiva.  Médicos sin Fronteras entiende que la práctica del aborto entra dentro de sus “filantrópicos” fines, según se ha publicado recientemente. No he leído que la UNICEF creada para los problemas de la infancia en el mundo se oponga al aborto.


Amnistía Internacional, que defiende la abolición de la pena de muerte, tampoco se opone al aborto que, sin duda,  es una pena de muerte precoz e injusta.

Pienso que lejos de los principios para los que se creó, la influencia de la ONU en nuestra vida es creciente a través de la promoción de la ideología de género, los“nuevos derechos”, la ecología radical o el calentamiento del planeta.


Este tinglado oscuramente manejado ¿no habría que cambiarlo?

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