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Newt en el País de las Maravillas

En el debate electoral del lunes, el candidato Mitt Romney vertió la acusación de "tráfico de influencias" contra Gingrich
Kathleen Parker
jueves, 26 de enero de 2012, 08:23 h (CET)
WASHINGTON -- Cuando hablamos de las actividades del candidato conservador Newt Gingrich en la capital tras su paso como presidente de la cámara baja, todo depende de la definición de "lobista" que tenga usted.

En el debate electoral del lunes, el candidato Mitt Romney vertió la acusación de "tráfico de influencias" contra Gingrich. Pero Gingrich insiste en que simplemente estaba trabajando como historiador cuando se embolsaba 1,6 millones de dólares en seis meses pagados por la hipotecaria pública intervenida Freddie Mac. Lo que podría ser verdad en alguna realidad. Hablando en general, un historiador contratado para cavar zanjas de cimientos sigue siendo un historiador.

Pero hablando con propiedad, Gingrich sí que firmó un contrato con el gigante hipotecario en una época en la que los Republicanos quisieron poner fin a la posición privilegiada de la entidad como empresa privada de capital público. Y se dedicaba a promocionar la labor de las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, según los donantes de un comité de acción política que le contrató para pronunciar un discurso en el año 2007 antes de convertirse en un crítico que insistía en que habría que meter en la cárcel a los que respaldan a las hipotecarias.

Bajo presión de la campaña Romney, la consultora de Gingrich ha difundido una copia del contrato anual de él con la hipotecaria Freddie Mac, lo que deja sin explicar otros cinco años y sólo justifica unos ingresos de 300.000 dólares. Eso nos deja un margen de tiempo significativo y una cantidad de dinero importante, pero la cuestión relevante es si Gingrich hizo o no las veces de lobista de la entidad. El interrogante es crucial para la cuestión del talante del candidato porque pueblo estadounidense y congresistas merecen saber si a alguien se le está pagando para hacer de activista a cambio de un cargo.

Un lobista de Freddie Mac y Fannie Mae cuyo paso por las empresas se superpuso a la llegada de Gingrich me cuenta que los dos firmaron idéntico contrato. Esta persona se registró inmediatamente como lobista y dice que Gingrich se dedicó claramente a mover sus influencias, aunque pudo haber mantenido una distancia legal, si bien no del todo ética, con la definición de las labores de "presión política".

La ley es muy concreta en lo que constituye "presión política", actividad que tiene que ver, entre otras cosas, con el número de veces que alguien se reúne con los legisladores y/ o el número de veces que pronuncia conferencias para un colectivo concreto. Si usted resulta estar por debajo de esa cifra, entonces técnicamente se encuentra dentro del marco legal.

Gingrich estaba familiarizado con la reglamentación, es de imaginar, dado que en el año 2010 hasta contrató al co-autor del texto jurídico relativo a las actividades de presión política como asesor suyo. Claramente no quería ir demasiado lejos, y puede que no haya ido. Pero es justo plantear si este funambulismo con la ley es transparente de forma correcta y directa viniendo de un candidato presidencial. Si solamente se reúne en una ocasión con un alto funcionario del gobierno para impulsar una postura a cambio de la que usted está siendo remunerado, ¿alguien piensa en serio que eso no es ejercer de lobista?

La afirmación de Gingrich de haber sido contratado como historiador, en tanto, es difícil de creer al no existir tal cargo en la entidad. También constituye una exageración por su parte presentarse como el rebelde conservador contrario a la institución en la línea de Reagan, cuando se está embolsando dinero por sus relaciones con empresas, con intereses algunas de ellas que no tienen nada de conservador.

Pero aun así otra vaca lechera para Gingrich ha sido el sector de los seguros de salud. Diversas empresas pagaron a Gingrich 55 millones de dólares entre los años 2001 y 2005, según Bloomberg News. Preguntado por lo que las empresas obtenían a cambio, Gingrich decía al Washington Post que se reunían con "un tipo importante que sabe mucho realmente y que tiene montones de información". Esa persona vendría a ser la Sagrada Trinidad de Gingrich -- yo, yo mismo y el que suscribe.

Gingrich también ganó más de 1 millón con la farmacéutica Novo Nordisk, en principio para ayudar a abrir el mercado estadounidense a su tratamiento de la diabetes. De nuevo, esto no tiene nada de malo mientras Gingrich sea sincero en cuanto a su papel con la empresa. El informe anual para accionistas de la empresa enumera a Gingrich dentro del capítulo "actividades de orden público" que, añade la empresa, "con frecuencia se describen como presión política".

También instó a los congresistas Republicanos personalmente a apoyar la prestación de las recetas del programa Medicare de la tercera edad por valor de 395.000 millones de dólares, según, entre otros, el congresista Jeff Flake y los ex congresistas Jeb Bradley y Butch Otter. Gingrich no tiene problemas de conciencia por apoyar la prestación del Medicare, sobre todo al estar haciendo campaña en Florida, donde una receptiva población anciana es por demás conocida por constituir un importante bloque electoral. Fue después de todo una iniciativa Republicana con el Presidente George W. Bush, aunque muchos conservadores fueron igual de contrarios entonces que ahora.

Gingrich ha insistido en que a lo largo de todos estos acuerdos estuvo haciendo las veces de ciudadano preocupado simplemente que actúa a título particular, charlando con sus colegas de cuestiones de interés mutuo. Podría ser el caso, hasta podría estar dentro de la definición de "lobby" legal, pero la mayoría de la gente no recibe millones de dólares a cambio de ir por ahí parloteando de iniciativas legislativas enormemente lucrativas.

En el caso de Gingrich en el País de las Maravillas, como explicaba el personaje rechoncho subido a la tapia a Alicia: "Cuando utilizo una palabra, significa simplemente lo que yo elijo que significa -- ni más ni menos".

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