WASHINGTON -- Cuando hablamos de las actividades del candidato conservador
Newt Gingrich en la capital tras su paso como presidente de la cámara baja,
todo depende de la definición de "lobista" que tenga usted.
En el debate electoral del lunes, el candidato Mitt Romney vertió la
acusación de "tráfico de influencias" contra Gingrich. Pero Gingrich
insiste en que simplemente estaba trabajando como historiador cuando se
embolsaba 1,6 millones de dólares en seis meses pagados por la hipotecaria
pública intervenida Freddie Mac. Lo que podría ser verdad en alguna
realidad. Hablando en general, un historiador contratado para cavar zanjas
de cimientos sigue siendo un historiador.
Pero hablando con propiedad, Gingrich sí que firmó un contrato con el
gigante hipotecario en una época en la que los Republicanos quisieron poner
fin a la posición privilegiada de la entidad como empresa privada de
capital público. Y se dedicaba a promocionar la labor de las hipotecarias
Freddie Mac y Fannie Mae, según los donantes de un comité de acción
política que le contrató para pronunciar un discurso en el año 2007 antes
de convertirse en un crítico que insistía en que habría que meter en la
cárcel a los que respaldan a las hipotecarias.
Bajo presión de la campaña Romney, la consultora de Gingrich ha difundido
una copia del contrato anual de él con la hipotecaria Freddie Mac, lo que
deja sin explicar otros cinco años y sólo justifica unos ingresos de
300.000 dólares. Eso nos deja un margen de tiempo significativo y una
cantidad de dinero importante, pero la cuestión relevante es si Gingrich
hizo o no las veces de lobista de la entidad. El interrogante es crucial
para la cuestión del talante del candidato porque pueblo estadounidense y
congresistas merecen saber si a alguien se le está pagando para hacer de
activista a cambio de un cargo.
Un lobista de Freddie Mac y Fannie Mae cuyo paso por las empresas se
superpuso a la llegada de Gingrich me cuenta que los dos firmaron idéntico
contrato. Esta persona se registró inmediatamente como lobista y dice que
Gingrich se dedicó claramente a mover sus influencias, aunque pudo haber
mantenido una distancia legal, si bien no del todo ética, con la definición
de las labores de "presión política".
La ley es muy concreta en lo que constituye "presión política", actividad
que tiene que ver, entre otras cosas, con el número de veces que alguien se
reúne con los legisladores y/ o el número de veces que pronuncia
conferencias para un colectivo concreto. Si usted resulta estar por debajo
de esa cifra, entonces técnicamente se encuentra dentro del marco legal.
Gingrich estaba familiarizado con la reglamentación, es de imaginar, dado
que en el año 2010 hasta contrató al co-autor del texto jurídico relativo a
las actividades de presión política como asesor suyo. Claramente no quería
ir demasiado lejos, y puede que no haya ido. Pero es justo plantear si este
funambulismo con la ley es transparente de forma correcta y directa
viniendo de un candidato presidencial. Si solamente se reúne en una ocasión
con un alto funcionario del gobierno para impulsar una postura a cambio de
la que usted está siendo remunerado, ¿alguien piensa en serio que eso no es
ejercer de lobista?
La afirmación de Gingrich de haber sido contratado como historiador, en
tanto, es difícil de creer al no existir tal cargo en la entidad. También
constituye una exageración por su parte presentarse como el rebelde
conservador contrario a la institución en la línea de Reagan, cuando se
está embolsando dinero por sus relaciones con empresas, con intereses
algunas de ellas que no tienen nada de conservador.
Pero aun así otra vaca lechera para Gingrich ha sido el sector de los
seguros de salud. Diversas empresas pagaron a Gingrich 55 millones de
dólares entre los años 2001 y 2005, según Bloomberg News. Preguntado por lo
que las empresas obtenían a cambio, Gingrich decía al Washington Post que
se reunían con "un tipo importante que sabe mucho realmente y que tiene
montones de información". Esa persona vendría a ser la Sagrada Trinidad de
Gingrich -- yo, yo mismo y el que suscribe.
Gingrich también ganó más de 1 millón con la farmacéutica Novo Nordisk, en
principio para ayudar a abrir el mercado estadounidense a su tratamiento de
la diabetes. De nuevo, esto no tiene nada de malo mientras Gingrich sea
sincero en cuanto a su papel con la empresa. El informe anual para
accionistas de la empresa enumera a Gingrich dentro del capítulo
"actividades de orden público" que, añade la empresa, "con frecuencia se
describen como presión política".
También instó a los congresistas Republicanos personalmente a apoyar la
prestación de las recetas del programa Medicare de la tercera edad por
valor de 395.000 millones de dólares, según, entre otros, el congresista
Jeff Flake y los ex congresistas Jeb Bradley y Butch Otter. Gingrich no
tiene problemas de conciencia por apoyar la prestación del Medicare, sobre
todo al estar haciendo campaña en Florida, donde una receptiva población
anciana es por demás conocida por constituir un importante bloque
electoral. Fue después de todo una iniciativa Republicana con el Presidente
George W. Bush, aunque muchos conservadores fueron igual de contrarios
entonces que ahora.
Gingrich ha insistido en que a lo largo de todos estos acuerdos estuvo
haciendo las veces de ciudadano preocupado simplemente que actúa a título
particular, charlando con sus colegas de cuestiones de interés mutuo.
Podría ser el caso, hasta podría estar dentro de la definición de "lobby"
legal, pero la mayoría de la gente no recibe millones de dólares a cambio
de ir por ahí parloteando de iniciativas legislativas enormemente
lucrativas.
En el caso de Gingrich en el País de las Maravillas, como explicaba el
personaje rechoncho subido a la tapia a Alicia: "Cuando utilizo una
palabra, significa simplemente lo que yo elijo que significa -- ni más ni
menos".
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