Hasta 5,3% de déficit será autorizado para este año por la Unión Europea, manteniéndose el fijado para 2013 en el 3%. El gobierno de Mariano Rajoy había echado un órdago proponiendo, frente al 4,4% establecido, un 5,8%. La decisión de Bruselas, aceptada inmediatamente por el gobierno de España, supondrá un ajuste suplementario de más de 5.000 millones de euros. Por supuesto que, como viene sucediendo desde que el gobierno tomara posesión, Montoro y De Guindos se enzarzaron inmediatamente en sus peleítas competenciales. El descontrol sigue siendo apoteósico.
¿Es necesario, para cumplir el objetivo de déficit, hacer recaer todo el peso de la crisis sobre unas clases medias ya al borde de la asfixia o, por el contrario, el gobierno podría seguir recortando gastos superfluos? La izquierda, por supuesto, sigue pidiendo aumentar el presupuesto público, exigiendo no renunciar a ningún despilfarro. Son inmunes a la realidad porque viven de la mentira.
Más lo cierto es que el gobierno del PP puede apretarse el cinturón en lugar de apretárselo al autónomo, al pensionista, al asalariado, a las familias. Sin ir más lejos, siguen abiertas las televisiones públicas. Alguna de ellas, cual es el caso de la propagan TVE, empeñada en seguir compitiendo con dinero público con las televisiones privadas, pagando la friolera de 500.000 euros por capítulo de alguna serie de máxima audiencia. ¿Cuántos defensores del pueblo existen en España? ¿Y observatorios de todo tipo, sitio ideal para colocar a algún amiguete de relumbrón al que se quiere jubilar? ¿Cuántos coches oficiales, no me digan eso del chocolate del loro porque muchos chocolates de esos suman un pastizal, sigue habiendo? ¿Cuántos miles de millones se siguen llevando los sindicatos en subvenciones directas e indirectas? ¿Cuánto dinero público sigue despilfarrándose en cooperación al desarrollo, subvención de ONG, fundaciones y asociaciones? ¿Cuánta pasta se siguen llevando los inevitables titiriteros? Pues nada de eso parece que vaya a ser finiquitado. Por el contrario, vayan preparando los bolsillos, si es que aún les queda algo en ellos. Subidas de la luz, gas, butano, tren, agua, tabaco y carburantes son inminentes. De momento el gobierno, y nadie se lo cree, descarta una subida del IVA después de las andaluzas.
En realidad, para terminar de una vez con la crisis no sólo económica sino también sistémica, para remontar el vuelo, lo que tendríamos que hacer los españoles es replantearnos de una vez por todas la estructura territorial del Estado, asumiendo el fracaso del Estado de las Autonomías, un lujo asiático imposible de sostener. Empero, una vez más, la clase dirigente, dispuesta a lo que sea con tal de no ver mermados sus privilegios, ha decidido que sean los ciudadanos quienes paguen las consecuencias de una gestión nefasta que ha dejado a España al borde de la quiebra. Acuérdense de ellos cada vez que echen gasolina. Y cuando haya elecciones, obren en consecuencia.
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