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Etiquetas | Crítica literaria | Narcís Oller | “La locura”

El estigma

Novela que es mucho más que un excelente folletín y que retrata cómo se trataba la enfermedad mental en la sociedad española del siglo XIX
Luis Borrás
viernes, 23 de marzo de 2012, 08:18 h (CET)

Narcís Oller. “La locura”
Narcís Oller. “La locura”



Para alguien como yo que se ha pasado la primera juventud leyendo a Galdós y a Baroja  descubrir a Narcís Oller es una agradable sorpresa.

“La locura” puede formar parte de dos de los ismos literarios del siglo XIX: realismo y naturalismo; pero Oller, noucentista y vanguardista con D’Ors; escribe ya en 1898 esta novela que es técnicamente novedosa al estar narrada en primera persona del singular e integra en la narración a la filosofía, el positivismo, la medicina, el determinismo y la antropología; y además hace un análisis y un retrato psicológico de la sociedad española de la época.

La novela narra el descenso progresivo de un hombre que pasa de ser lunático, reservado, de unas inconsecuencias de carácter inexplicables a la enajenación absoluta. Golpes del destino que le harán tropezar y caer estafado, burlado, escarnecido, levantarse mal herido una y otra vez hasta que  reciba el último y acabe cayendo definitivamente en el delirio, las alucinaciones y la demencia. Pero esta novela no es sólo un excelente folletín de época que tiene la virtud de no caer nunca en el amaneramiento.  Retrato de la burguesía rural emigrante en la ciudad, del enfrentamiento político entre liberales y carlistas; y, sobre todo, tragicomedia de trapos sucios familiares, historia común de esta vieja humanidad que hoy ha evolucionado y degenerado en programas de televisión sin buena literatura ni buena educación. Es la presentación de esa enfermedad en la sociedad del siglo XIX: “El loco pasea su manía entre la masa sin que nadie se dé cuenta. Mientras no se le pronuncien de una manera aguda los delirios, la masa tan sólo lo tilda de tipo original, de neurótico, de extravagante, de chalado en el sentido atenuante de la palabra”. Y estaban los que, tomándoselo a broma, se divertían a su costa. Reírse en lugar de sentir compasión. Y está la triste certeza de que la locura era una enfermedad para la que entonces no existía un diagnóstico preciso ni una cura específica. Enfermedad a la que se la denominaba neurastenia, vesania hereditaria producto del atavismo. De padre loco hijos locos.

Hoy tenemos mayor conciencia del desequilibrio mental y de nuestra fragilidad. Tenemos otras respuestas. Y aún así es un estigma que todo el mundo oculta. Pero en el siglo XIX no existían esa conciencia ni esas respuestas. La psiquiatría era la hermana pobre de la medicina. Los médicos curaban las dolencias físicas pero las mentales escapaban al entendimiento científico y moral. Se dudaba de su origen, su remedio y su existencia.

Sin embargo Oller se niega a tomar partido por el determinismo sin más y habla de la influencia sobre la razón de las emociones, de las causas morales y la maldad humana. Denuncia -con trágico humor- la vanidad y el egoísmo humano, y una sociedad ignorante, cruel y frívola. Retrata al enfermo -víctima propiciatoria- y a los que provocan su caída; el dolor de los que sufren las consecuencias de su locura y al científico, frío y distante, que encuentra una explicación teórica a su comportamiento a salvo de heridas y salpicaduras. En muchos casos nunca la veremos de cerca, pero cuando deja de ser anónima y resulta inevitable, antes que indiferencia sentir al menos cierta vergüenza ajena, arrepentimiento y misericordia.

Narcís Oller. “La locura”. 160 páginas. Traducción y postfacio de Lluís Agustí. Editorial Funambulista. Madrid, 2012.

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