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¿Acabará, la díscola Catalunya, enfureciendo a España?

En este país llevamos años de guerra solapada con los nacionalismos
Miguel Massanet
lunes, 26 de marzo de 2012, 07:50 h (CET)
El escritor, político y gran pensador inglés del siglo XVIII, Edmund Burke , uno de los considerados como padres del liberalismo-conservadurismo británico, tendencia que el definía como los old whigs, a los que diferenciaba de los new whigs (liberales progresistas) que, al contrario de los primeros, apoyaban la Revolución Francesa en contra de la cual siempre se manifestó el escritor; en una de sus obras más importantes,  Present  state of de nation, dejaba plasmado su pensamiento a cerca de la necesidad de establecer unos topes, unas fronteras o unos cortafuegos que sirvan de valladar a aquellas exigencias, reiteradas y desproporcionadas; a las que, en ocasiones, el gobernante se deja arrastrar, con las siguientes palabras: “Hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud”, quizá pensando que, con paciencia o mostrándose conciliador con el adversario, se pueden saciar las apetecías de aquellos que huelen la debilidad o el miedo en quien presionan.

En este país llevamos años de guerra solapada con los nacionalismos. El País Vasco y Catalunya, con escarceos en otras comunidades, como Baleares o Galicia, no han cesado de mantener la soga tensa, intentando arrastrar a la nación española para que sucumba a sus extemporáneas y persistentes reclamaciones de mayor autogobierno que, pasados los tiempos y después de acumular a 850 cadáveres de personas inocentes, cedidos a la vesania de aquellos que, llevados de la furia independentista, han dado primacía a la lucha armada o sea, el terrorismo, sobre cualquier sentimiento humano, con tal de arrimar el ascua a sus insolentes y desmadrados afanes nacionalistas. Evidentemente, que una importante parte de que estos desvaríos nacionalistas comenzaron siendo pequeños rescoldos alimentados por unos pocos pero que, gracias a la inoperancia de ciertos gobiernos y al miedo de otros, han ido creciendo hasta alcanzar proporciones tan preocupantes, como las que hallamos en el País Vasco y Catalunya.

Porque ahora las ambiciones ya no se centran en conseguir más auto gobierno, un fin que ya consiguieron los catalanes con su Estatut, una vergonzosa cesión del Estado a los catalanes, a los que ha venido a dotar de unos beneficios y unas transferencias que vienen amenazando directamente el principio de solidaridad nacional; ha puesto en duda la unidad de España y, por si faltara el remate, ha permitido que, por inoperancia de la fiscalía y complicidad del Tribunal Constitucional, al mando de un señor, el señor Pascual Sala, que más parece que se preocupe de encontrarle huecos a la Constitución, por los que saltarse sus normas, que no por hacer que se cumpla en sus propios términos y de acuerdo con  los principios que inspiraron al legislador cuando se promulgó en el año 1978. Ahora, señores, se trata como hemos podido comprobar estos últimos días en el Parlament catalán, de seguir dando pasos hacia un definitiva escisión de España.
Lo curioso es que, en la ponencia elaborada por CDC, evidentemente, con el deseo de darle carnaza a su feligresía más exaltada, los sentimientos de amor a Catalunya, de no depender de nadie y de “tener un Estado suficiente”, pueden retrasarse, tienen lo que podríamos decir como “un periodo de gracia”, que los “magnánimos” directivos del partido condicionan, como no se podía esperar menos de ellos,  a cambio de “ más dinerito” o lo que es lo mismo a cambio del famoso Pacto Fiscal, bilateral, entre España y Catalunya, vamos: ¡de nación a nación!, para qué andarse por las ramas. Según el señor Mas: la región ha iniciado “su transición nacional” hacia la plena soberanía ¡Más claro agua! Y por si, a algún ciudadano, le quedara la más mínima duda de las intenciones de este Ejecutivo catalán y su desprecio por la Constitución Española, sus leyes, sus tribunales (el otro día rescataron, de las ruinas históricas, un tribunal de la II República, con el que parece pretenden encontrar una artimaña para puentear al TS de la nación)

Y yo le voy a preguntar a la señora Alicia Camacho del PP, esta señora tan dispuesta pero con ramalazos tan catalanistas, ¿es posible seguir apoyando a esta formación que dice, con toda claridad, que quiere separase de España, que va a dictar leyes de consultas populares y que quiere zafarse de la justicia española? Le quiero recordar que el PP sacó una holgada mayoría absoluta que, hasta este momento, parece que no quiere utilizar, al menos, por lo que se refiere a poner en vereda todas estas locuras independentistas. Lo preocupante de esta ceguera, que parece que afecta a muchos de nuestros dirigentes, es que, no es que se trate de retrasar el problema y ¡aquí no pasa nada! No, señores, porque las manzanas podridas ya están en el cesto y, si se observan las encuestas llevadas a cabo, entre los catalanes, de hace unos años; los que querían independizarse de España apenas alcanzaban el 30%; pero resulta que, en la última que se celebró, creo que fue el año pasado, este porcentaje ya superaba el 50%. Unos años más y será una amplia mayoría que, convencida de que el Estado central no va a poder oponerse a ello, van a exigir que se les dé la independencia.

Pero la jugada no carece de su parte mercantil. Como ya vienen repitiendo y haciendo creer a sus afiliados, los señores de CDC sostienen que Catalunya es la que paga más impuestos de España y la que menos dinero recibe de ella. Lo que no dicen es que Catalunya es la que lidera el despilfarro autonómico en empresas públicas, de tal forma que del total de la deuda pública autónoma, (tercer trimestre 2011) 15.495 millones de euros la parte de Catalunya ascendía a 7.824 millones de euros. El total de lo que debían todas las autonomías españolas a los mercados financieros ascendía a 150.646 millones de euros. ¿El señor Mas, con sus “estructuras de país”, se cree, de verdad, que con 642.000 parados;  con sus  536 ERE’s que afectaron a 9.349 afectados (la comunidad con más ERE’s del Estado español) y la creciente huida de empresas a otras ubicaciones, dentro y fuera de España; podría conseguir sacar adelante una comunidad con 6.000.000 de habitantes, sin la ayuda de España?

Pero conviene que advirtamos a CDC que, estos días, se muestra exultante con su flamante Congreso, que, por mucho que la dinastía Pujol pretenda mantenerse en el machito; por muchos aspavientos y representaciones histriónicas de la familia Pujol, pretendiendo justificar la endogamia del partido y por muchas ilusiones que se hagan de gobernar, en su día, la “nación catalana”; lo que no tienen en cuenta es que, la realidad en esta región es muy distinta. El sentimiento catalanista, evidentemente, existe pero, sin duda alguna, sólo las clases acomodadas, la burguesía catalana y los profesionales mantienen posiciones conservadoras y, ello, debería hacer reflexionar a algunos ilusos, filósofos, comerciantes, puristas y políticos extremistas, sobre el papel que, actualmente, desempeña CDC en Catalunya es, con todo el respeto, el de “tonto útil”, el que deberá asumir el peso y la responsabilidad de una posible escisión del resto de España pero, a la postre, no cabe duda alguna de que, el sentimiento más enraizado en todos los catalanes, los oriundos y los nuevos, es un sentimiento de izquierdas; el mismo que ha coexistido con otras formaciones políticas y que está latiendo en la mayoría de los catalanes. Las izquierdas de ERC y la izquierda socialista o comunista. Cualquiera que se llegue a creer que un gobierno de derechas, por muy CDC que sea, va a persistir en un gobierno del estado catalán, durante muchos años; estaría en un grave error. O esta es, señores, mi visón del problema.

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Para mí es de interés público contar con contenidos legibles que sean una contribución a la cultura, la información, el debate y el entretenimiento entre todos los españoles. No creo que la respuesta en este siglo digital sea el canal de televisión cerrado, es decir, el de pago. Es bien cierto que prácticamente todos los hogares cuentan con al menos un televisor, pero ese no es el único instrumento para ver contenidos de toda índole.

 
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