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La criatura de Pujol

Sería conveniente, por honrosa vergüenza, que el patriarca, el virrey, la virreineta o el príncipe heredero nos explicaran si estamos ante esa molesta letra pequeña del contrato de la ppvergencia del Majestic 2
Javier Montilla
jueves, 29 de marzo de 2012, 07:04 h (CET)
Si algo ha quedado claro en el último aquelarre erótico-patriótico de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) es que han dejado de lado su genuino ardor eufemístico y su dilatada capacidad de prostituir el lenguaje para quitarse finalmente la careta. Por fin ya son independentistas de forma oficial. ¡Qué liberación! Ya pueden respirar tranquilos. Atrás ha quedado su difícil conjunción. Esa en que los días pares eran hombres de Estado y los impares se ataviaban con la barretina utilizando toda su estrategia victimista para esquilmar lo que pudiesen. Tengamos a bien entender. Debe ser muy duro eso de la esquizofrenia ideológica.

Con todo, lo más destacable es comprobar cómo el nacional-pujolismo tiene continuidad en la criatura legítima, hijo del patriarca del reino y niño mimado de Artur Mas: Oriol Pujol Ferrusola, el príncipe heredero. Vista la estética imagen del congreso parece evidenciar que los vulgos nacionalistas se organizan tras el hijísimo de Pujol, ungido secretario general a la espera de que le llegue el momento de asentarse en el trono. Y mientras llega su momento, se inventa un nuevo eslogan del agit-prop nacionalista. España es un compendio de aguas podridas de las que hay que alejarse porque ahogan a los catalanes. Pobre Don Oriol. Parece mentira que con lo de buena familia que es, educado en las mejores y más selectas escuelas catalanas -esas en las que el castellano es lengua vehicular y que le niega al resto de catalanes- ande diciendo semejantes disparates. Tal vez haya olvidado las lagunas negras de la biografía de su padre. Esa especie de trayectoria política rozando lo delictuoso que convirtieron al oasis en una charca putrefacta.

Acaso haya olvidado el príncipe heredero la multitud de contubernios vinculados al pujolismo, esa especie de devoción laica provinciana. Por ejemplo, el caso Casinos. Sí. Ese en el cual el ex director financiero de Casinos de Cataluña, la entidad que acaparaba el monopolio del juego en la región, denunció el pago de 3.000 millones de las antiguas pesetas a empresas vinculadas a Convergència. ¿Verdad Don Oriol? O el del ex consejero de Economía y Finanzas de la Generalitat y ex director general del Instituto Catalán de Finanzas Jordi Planasdemunt, condenado a siete años de prisión por su implicación en un fraude de 6.000 millones de pesetas mediante pagarés falsos. ¡Cuánto amor por el desfalco en nombre de la patria! ¿Verdad, Don Oriol? O la dimisión forzosa del consejero de Política Territorial, Josep Maria Cullell, tras verse implicado en un supuesto caso de tráfico de influencias en favor de un negocio inmobiliario de su cuñado. ¿Recuerda, Don Oriol? O el desfalco de la empresa Grand Tibidabo, llevado a cabo por Javier De la Rosa en los años 90, que salpicó a Lluís Prenafeta, ex secretario general de la Presidencia autonómica durante la primera etapa del pujolismo. ¡Oh, casualidad! El mismo que está implicado en el caso Pretoria. ¿Verdad, Don Oriol? Pero esto es sólo fruto de la casualidad. Malicioso que es uno. Eso sin mencionar siquiera extrañas quiebras como la de Banca Catalana que lideraba el señor patriarca. ¿Verdad, Don Oriol? O el caso del Palau de la Música, con Félix Millet a la cabeza, el mismo que anda suelto ahora que el nacionalismo de butxaca y corbata vuelve a controlar las lindes del poder y se ha producido un apagón informativo infecto y nauseabundo. ¿Verdad, Don Oriol? ¿Será que eso es demasiado molesto para la construcción nacional? ¿Será, Don Oriol, que es más fácil vociferar el famoso mantra de España nos roba sin analizar las vergüenzas oriundas?

Con todo, resulta más vergonzoso, a la par que escatológico, el amago del Partido Popular de Cataluña de retirar el apoyo de su partido al gobierno nacionalista de Cataluña. ¿Cabe mayor muestra del títere de una Sánchez-Camacho que juega a ser vedette cuando no la virreineta catalana? ¿A qué juega este Partido Popular? ¿De qué se quejan? Si el gobierno de Mariano Rajoy ha indultado al ex dirigente de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) Josep Maria Servitje Roca, ex secretario general de la Consejería de Trabajo de la Generalidad de Cataluña durante los gobiernos autonómicos de Jordi Pujol (CiU). Poca broma. Olvida seguramente la señora Sánchez-Camacho que Servitje fue condenado a cuatro años y medio de cárcel y seis años de inhabilitación por un delito de malversación de caudal público en el caso Trabajo. Sería conveniente, por honrosa vergüenza, que el patriarca, el virrey, la virreineta o el príncipe heredero nos explicaran si estamos ante esa molesta letra pequeña del contrato de la ppvergencia del Majestic 2 o tal vez en una historia de amor y sexo en la que los pactos se utilizan para dejar en el tintero sus propias vergüenzas e indultar a los que atracan el bolsillo de los catalanes. ¿Verdad, Don Oriol?

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