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El cuento del Rey León, perdón, Borbón

El viaje privado del rey a Botsuana para cazar elefantes ha vuelto a poner a la Casa Real en el punto de mira de todas las críticas
Rubén Abad
jueves, 19 de abril de 2012, 06:59 h (CET)
En España tenemos una  Familia Real que viaja más que Willy Fog en sus ochenta días. El rey en Botsuana donde sufre una rotura de cadera mientras cazaba elefantes. La reina de visita familiar en Grecia celebrando la Pascua Ortodoxa. Froilán de vacaciones en el hospital. Y Urdangarín… Urdangarín es como la agencia de viajes, se lleva comisión por desplazamiento.

Que  el rey lleva cazando desde siempre  está más que confirmado pero nunca se nos ha informado de ello. Y eso es lo que, a buen seguro, hubiese ocurrido en esta ocasión si no   es por el accidente de cadera que sufrió el monarca y que le ha llevado a ser intervenido quirúrgicamente.

Vivimos en la completa  ignorancia en cuanto a Casa Real y sus actividades privadas.  Es aquí cuando se abre uno de los debates más sugerentes en la actualidad. ¿Tiene derecho la Familia Real a actos privados más allá de los de su casa de puertas para adentro? La penitencia va en el cargo y se es rey, reina, príncipe e infanta siempre, no sólo cuando se quiere y para lo que interesa.

Se ha vendido, desde la instauración de la Democracia el papel ejemplarizante de la Familia Real como modelo a seguir. Es indudable  el papel del rey  y el resto de agentes políticos  durante la Transición  que llevó a nuestro país de una dictadura a una democracia, pero los escándalos que sacuden a los miembros de dicha familia en la actualidad tira todo este trabajo por tierra.

Y es que   gastarse  (aunque se lo hayan regalado) en torno a  45.000 euros, - muy lejos de lo que gana un español medio en un año-, en un viaje hasta Botsuana para  cazar elefantes, es de todo menos ético y ejemplar por parte del monarca de un país que está a dos pasos de ser rescatado por Europa. Por otro lado, que la reina tarde tres días en visitar a su marido, hospitalizado y convaleciente de una operación, tampoco ayuda mucho. La reina puede estar todo lo enfadada que quiera con su marido, pero estar ahí, quiera o no, es su trabajo.

Aunque a su salida del hospital donde ha permanecido ingresado tras su intervención haya mostrado su arrepentimiento público y pida perdón al pueblo español con unas contundentes palabras, - "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir"-, que son de agradecer, creo que debería ser un poco más consciente de cómo está el país, y dar  ejemplo de austeridad como hicieron el pasado verano  en sus vacaciones estivales con el yate ‘Fortuna’ que apenas zarpó de puerto para dar la sensación de compromiso con la situación económica de España y los españoles. Pero claro,  el barco estaba en Mallorca al alcance de todas las miradas e iba a estar mal visto navegar  con él. Pero como el elefante está a miles de kilómetros, no nos íbamos a enterar. Pese a todo, no se confundan, el rey no pega ojo por las noches pensando “en lo mal que lo están pasando los jóvenes de este país”, como aseguraba recientemente.

Y todo esto tiene que pasar ahora, justo ahora que  Argentina nos declara una ‘guerra’ abierta  al nacionalizar YPF. España en pie de guerra con el país americano y  nuestro tirador más experimentado de baja . Así perdemos fijo.

Mientras se recupera de su operación, Juan Carlos puede entretenerse informándose de la  repercusión en medios nacionales y extranjeros  de su hazaña y si se aburre demasiado puede   juntar recortes y crear su propio cuento del Rey León, perdón, Borbón. 

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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