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El silencio de los renglones

La venganza de los obispos por la supuesta traición que en su día hizo Zapatero a sus principios religiosos, rinde hoy sus cuentas históricas mediante la supresión de la "homosexualidad" de los libros socialistas
Abel Ros
martes, 22 de mayo de 2012, 06:48 h (CET)
Mientras Obama lucha a bombo y platillo contra los sesgos perceptivos de la homosexualidad, en España sin embargo,  volvemos a los tiempos de Franco donde ser gay o lesbiana era pecado para las élites del qué dirán. En pleno siglo XXI, los sastres de las sotanas siguen tejiendo las solapas de la derecha. La tijera de Wert ha cortado por lo sano los pocos párrafos que le quedaban al reducto socialdemócrata de las siglas ZP. Hoy la palabra homosexual vuelve a ser tabú en la diversidad del presente. Una vez más, el cristianismo ideológico de la derecha vuelve a ocupar la palestra de la vergüenza.

La nueva asignatura Educación Cívica y Constitucional ocultará en el silencio de sus renglones "la tolerancia", como valor necesario de la convivencia democrática. Esta manipulación del conocimiento basada más en lo cínico que en lo cívico pone el acento en el adoctrinamiento negativo de las élites tóxicas de la derecha. La callada por respuesta, o dicho de otro modo, esconder debajo de la alfombra los residuos incómodos del discurso presente, invita a la crítica a denunciar una educación incoherente e irreal con la praxis de la calle. Cuando la escuela se convierte en un instrumento de la política para inculturalizar a las masas conforme al discurso ideológico de sus partidos, la sociedad se transforma en un producto alienado y esclavizado con el pensamiento de arriba.

La venganza de los obispos por la supuesta traición que en su día hizo  Zapatero a sus principios religiosos, rinde hoy sus cuentas históricas mediante la supresión de la "homosexualidad" de los libros socialistas. Es precisamente, esta correlación entre el silencio del tabú y el beneplácito de las sotanas la que invita a la crítica a denunciar a la derecha por volver a educar con los mimbres de la iglesia. Las críticas de Botella a "las peras y manzanas" y la objeción masiva de la derecha retrógrada a "Educación para la Ciudadanía", pone sobre la mesa las rencillas ideológicas entre la defensa progresista de los nuevos modelos de convivencia  y la resistencia conservadora a la crisis presente de la familia nuclear.

La no retirada del recurso interpuesto por la derecha a la ley de matrimonios homosexuales y los testimonios en contra de los mismos vertidos por distintos políticos afines a la doctrina,  ponen en evidencia la supresión de el término tabú y su correlación con el adoctrinamiento negativo. "La traición de Zapatero al país por complacer a un lobby gay", en palabras históricas de lady Aznar al 'Il Giornale' y las declaraciones recientes de Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá: "la homosexualidad se puede curar con terapia"; son una muestra de tantas, de la repulsa histórica del "liberalismo cristiano" a los principios constitucionales de la tolerancia.

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Me refiero a esas apreciaciones que nos deslizan hacia la experiencia sublime en los diferentes estratos de la presencia humana. Contienen el duende necesario para abstraernos de las naderías y hacernos fijar la atención con maestría, moviendo hilos indescriptibles. Funcionan con ese algo especial capaz de congregar en el mismo estrado fascinante a la emisión de un mensaje de calidad y la fina sensibilidad del receptor.

Basado en las microexpresiones faciales, sin que digas una sola palabra, está claro que la mirada lleva diferentes firmas emocionales. Las arrugas de expresión transmiten mucho más de lo que imaginas y la mayoría de las veces, quienes conviven contigo suelen decir que te conocen.

 
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