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Los violines

Hoy "los vertederos del sur" se preparan para recoger los residuos de una Europa fracasada por sus intentos de contentar a los mercados en detrimento de los Estados
Abel Ros
lunes, 28 de mayo de 2012, 06:54 h (CET)
Los tiras y aflojas entre austeridad y crecimiento han vislumbrado los brotes grises en la semántica de los polares. En días como hoy, los trazos nítidos de Europa marcan la silueta entre el pensamiento único de Merkel y la voz socialdemócrata de Hollande. La evidencia empírica de Grecia ha ganado la batalla al racionalismo teórico de la tecnocracia. Por mucho que se hagan los deberes si no activamos mecanismos de refuerzo para los menos aventajados, estos por sí mismos no promocionarán de curso con los mimbres de sus capacidades. La alemanización de Europa en lugar de la europeización de Alemania es el argumento propicio para que el país de la cultura sea candidato a formar parte de los círculos de la pobreza.

Los efectos colaterales de la austeridad han dejado un paisaje desolador marcado por las cenizas de la riqueza. Los débiles de la manada, o dicho de otro modo, los niños y ancianos del presente han sido la instantánea de la semana por ocupar los primeros puestos mediáticos de la pobreza. La "prima de riesgo" es el vivo retrato de  los violines del Titanic. Aquellos mismos instrumentos que no cesaron su melodía mientras miles de tripulantes, jóvenes y no tan jóvenes, lucharon a contracorriente para salvar sus vidas de la amenaza de los tiburones. El silencio de los reptiles a las orillas del Lago Michigan, simboliza el grito del hambre de millones de niños africanos, que entre moscas y mosquitos miran con sequedad en sus labios los excesos y despilfarros del consumismo del Norte.

Hoy "los vertederos del sur" se preparan para recoger los residuos de una Europa fracasada por sus intentos de contentar a los mercados en detrimento de los Estados. La agonía de Grecia en su trance a la pobreza es el  vivo reflejo de los vivos cuando contemplan con impotencia las lentas respiraciones de sus seres queridos. Mientras los humanos no pueden luchar contra las leyes irreversibles de la muerte; los gobiernos, por su parte,  sí tienen capacidad para salvar a sus pueblos de las consecuencias nefastas de sus decisiones equivocadas. Es el coste de oportunidad, o dicho de otro modo, la ganancia de la pérdida frente al sacrificio del beneficio, el que sitúa a las puertas de África al pueblo de la democracia.

El duelo de los vivos sirve a la reflexión de los mortales para llorar la pérdida comprendida del otro. La racionalidad es el único mecanismo de los humanos para hallar respuesta a la lógica de la nada. A través de la memoria, la inmortalidad del amigo sigue viva en las vitrinas del recuerdo. Esta introspección sacada de los adentros mundanos refleja la manifestación de un pueblo llamado Grecia que vivirá en las páginas de historia a pesar de su trance desde las orillas de Europa a los limbos de la pobreza. Desde la crítica, debemos cortar cuanto antes este fuego de malestar civil que se propaga desde el Este hacia el Oeste ante la mirada interesada de los tripulantes  de Chicago. Como dijo Darwin, después de comer al animal devorado, el león vuelve a la andadas en búsqueda de nueva carne para saciar sus futuros estímulos de hambre.

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Afrontando las navidades, fiestas intemporales que van más allá, desde el punto de vista religioso y  cultural, de su actual avatar cristiano, vuelvo, mucho tiempo después, a las cuevas del Castillo, en Cantabria; allí, inmortalizadas en las paredes cavernarias, me encuentro de nuevo con aquellas manos que otros humanos inmortalizaron hace decenas de miles de años. 

Me refiero a esas apreciaciones que nos deslizan hacia la experiencia sublime en los diferentes estratos de la presencia humana. Contienen el duende necesario para abstraernos de las naderías y hacernos fijar la atención con maestría, moviendo hilos indescriptibles. Funcionan con ese algo especial capaz de congregar en el mismo estrado fascinante a la emisión de un mensaje de calidad y la fina sensibilidad del receptor.

Basado en las microexpresiones faciales, sin que digas una sola palabra, está claro que la mirada lleva diferentes firmas emocionales. Las arrugas de expresión transmiten mucho más de lo que imaginas y la mayoría de las veces, quienes conviven contigo suelen decir que te conocen.

 
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