El añorado Luis García Berlanga habría disfrutado de lo lindo con la historia de Guijo de Galisteo, municipio de la provincia de Cáceres que, junto con sus pedanías de Valrío y El Batán, celebró nada menos que un referéndum para decidir si un remanente de 15.000 € que había (¡Oh! Milagro con los tiempos que corren) en las arcas del Ayuntamiento, debían emplearse para crear algún puesto de trabajo (muy temporal, desde luego, teniendo en cuenta la cantidad) o invertirlo en festejos taurinos. La cosa tuvo lugar el domingo pasado y sirvió, entre otras cosas, para demostrar que el sentido común y la solidaridad no abundan por estos lares. De un total de cuatrocientos veintitrés votos emitidos, 242 resultaron favorables al despilfarro en toros y jarana y 181 votantes optaron por crear empleo eventual. Los sofistas de siempre, que ven más cultura en el maltrato animal que, por ejemplo, en aumentar los fondos de una biblioteca pública, “justificaron” su postura afirmando que las fiestas populares siempre generan ingresos.
242 resultaron favorables al despilfarro en toros y jarana y 181 votantes optaron por crear empleo eventual
La pequeña historia no pasaría de ser una anécdota si no fuera porque el municipio ha alcanzado hace poco el 25% de paro de su población activa. Una minucia, en la segunda comunidad autónoma más vapuleada por la crisis. Dentro de ese guión que nunca escribió Berlanga pero que, como algunos expertos dicen de los vinos cuando afirman que tal o cual caldo tiene un retrogusto a taninos y frutos del bosque, mayo se despidió con “connotaciones tragicómicas y emanaciones de banca a la deriva, que dejan un punto ácido y áspero en el paladar” (Y también en el estómago porque, como a los gansos, nos las hicieron tragar con embudo) Rajoy habló y no cayó la bolsa, lo cual no fue un milagro de San Judas Tadeo, sino la constatación de una ley física en versión del gran Murphy: lo que es susceptible de caer, caerá, aunque no sepamos cuando. Nuestro guru del momento hace gala de voluntarismo (y esos “ismos” son siempre para echarse a temblar) cuando afirma que nuestro país no va a ser rescatado y que “no estamos al borde del abismo ni próximos al Apocalipsis”. No dice por qué ni de qué manera va a conseguirlo pero, como es el presidente del Gobierno, debemos creerlo. ¿Les recuerda a alguien?
Tenemos a un “juez de jueces” que disfrutaba del sol de Marbella a costa del erario público
Por otro lado, en esa versión apócrifa de “La escopeta nacional”, tenemos a un “juez de jueces” que disfrutaba del sol de Marbella a costa del erario público (gastos de representación, ya se sabe) y a un duque consorte y con poquísima suerte a la hora de llevárselo crudo, que nos tiene a todos pendientes de comprobar si, de verdad, la justicia es igual para todos. La tabla de salvación para Rajoy y su Gobierno será la llegada del verano y de los festejos taurinos de la temporada. San Fermín está a la vuelta de la esquina. Los del Valrío y El Batán correrán sus encierros, mientras que los de Guijo quizá empleen a un nuevo jardinero para que riegue las plantas de plástico del Ayuntamiento. Es una lástima que ya no existan los pregoneros, porque también sería una opción. De “Bienvenido, Mr. Marshal” a esta parte hemos cambiado muy poco: medio siglo no es nada, añorado Berlanga.
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