Finalmente ha sucedido lo esperado, aunque indeseado, y multidesmentido rescate a España, que se presenta como un “rescate a la banca española”, pero que es la primera edición de una intervención europea, que si no se remedia, acabaremos por padecer en unos meses. Y ello, aunque los eufemismos gubernamentales en España no quieren oír hablar de rescate, sino de línea de crédito a la banca, por mera estrategia política, aunque veremos lo que piensan los mercados.
Pese al planteamiento del ministro de Economía español sobre la ayuda de la UE a la banca española, hemos de reconocer –ateniéndonos a la realidad de los hechos- que ese crédito se entrega al FROB –institución gubernamental- y se avalará con cargo al Erario Público –pues nos lo computan como gasto público, que lo incrementa considerablemente-, para que el FROB lo vaya entregando a las entidades bancarias con problemas económicos (desconocemos si será un mero crédito, o será la fórmula de Bakia –por compra de acciones, con lo que no sería crédito sino participación en la propiedad del negocio-). Además el ministro de Economía español dijo que no representará ningún tipo de condición de política económica española. ¡Inaudito…!. Seguro que no se lo cree ni él. Puesto, que las condiciones se demoran a próximas reuniones, pero de hecho, por ahí van circulando recomendaciones previas de Bruselas sobre ajustes económicos urgentes que habría de emprender nuestro país.
Todo esto ha venido en medio de una serie de declaraciones gubernamentales negando la mayor de cualquier tipo de rescate, hasta antes de ayer, lo que unido a este tipo de disimulos, nos lleva a preguntar ¿por qué actúa así nuestro Gobierno?. ¿Improvisa?, ¿se le ha escapado la situación económica de las manos?, ¿están operando imposiciones de la UE?, ¿esta sería la primera fase de una potencial intervención?. Ninguna de esas preguntas –y otras semejantes- deberían de quedar sin respuesta razonable por parte de Madrid y Bruselas de consuno; pues de lo contrario, se acabará acusando recibo en los mercados, y podríamos entrar en una espiral imparable, en que pese a este dinero europeo, España pudiera perder credibilidad mercantil para poder colocar su deuda de forma habitual, y eso sería nefasto para nuestra economía y también para la europea.
Por otra parte, la gestión política de la crisis económica del Gobierno de Rajoy no está siendo todo lo eficaz que hubiera sido deseable, ya que el desajuste autonómico aireado en el extranjero, con incrementos progresivos de deuda, ni el affaire de Bankia se han llevado bien; y eso ha minado la maltrecha confianza en la “marca España”, y ha acabado por desencadenar este tipo de acciones de rescate, que de otra forma se hubiera podido evitar, pero tal como se han sucedido los acontecimientos, especialmente en el último mes y medio, era poco menos que esperable.
De igual modo, que nadie piense que este crédito de ayuda europeo no lleva contraprestaciones, más allá de los intereses comerciales, pues los ajustes económicos habrán de llevarse a término; o de lo contrario, lo único que supondrá este crédito es prorrogar una inevitable situación final de insolvencia. Por lo que habrá que estar muy atentos a las medidas económicas que el Gobierno de Rajoy adopte en las próximas fechas. En cualquier caso, dadas las circunstancias, esta ayuda viene a nuestra economía como “agua de mayo”; pero que no nos confundan las apariencias, pues si ha sido así formulado el inicial rescate, no quiere decir que lo peor haya pasado ya.
Puede haber pasado si se manejan bien los resortes gubernamentales de la política económica, lo cual sigue requiriendo drásticos ajustes del gasto público –no debiendo descartar la reforma del sistema autonómico-, y medidas de activación económica que permitan generar mayores ingresos para pagar la ingente deuda pública que hemos generado –que dicho sea de paso, se encuentra al límite de la solvencia real de nuestro país-. Por lo que hemos de entender que estas medidas y las subsiguientes que se adopten, son medidas al límite de nuestras posibilidades para intentar evitar una quiebra, de la que hemos sido incapaces de alejarnos hasta ahora, y veremos si lo conseguimos.
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