La disolución de la Unión Soviética, al igual de lo ocurrido con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, fue seguida de la pérdida de poder y de influencia, y de un trato humillante. Así lo perciben los rusos, una situación que día tras día se está agravando.
La reunificación de Alemania se produjo oficialmente el 3 de octubre de 1990 y, para conseguirla, Alemania tuvo que reconocer oficialmente las fronteras que se le asignaron en 1945, que representaron la pérdida de amplios territorios a favor de Polonia, Lituania y Rusia.
Conviene recordar que, al acabar la guerra, más de 12 millones de alemanes que vivían dentro de las naciones vecinas fueron expulsados de sus hogares y perdieron todo a manos de sus vencedores.
Recuerdo muy bien la caída del Muro, y las grandes manifestaciones que siguieron a la caída se expresaban con una frase y un deseo: “somos un solo pueblo”. La fuerza de aquellos 12 millones de alemanes y sus descendientes se está manifestando hoy en día en nuevas políticas, que no por casualidad reclaman el derecho a recuperar lo perdido tanto en propiedades como en territorios: “estos son los mapas de nuestros hijos”... Continuará...
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