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Tauronesco o Taurofiasco

La Fundación Franz Weber desenmascara otra mentira taurina
Julio Ortega Fraile
lunes, 11 de junio de 2012, 07:20 h (CET)
El lenguaje es un arma poderosa para legitimar, formal y moralmente, productos y actividades que, sin esos adornos semánticos, pasarían desapercibidos por su mediocridad o resultarían directamente insoportables por el horror de la realidad que esconden.

Existen ejemplos de esto en diversos campos, desde la alimentación: póngale a un yogur de soja el afijo “bio” y se derramará de inmediato en el Vademécum de especialidades farmacéuticas, o el de “extra” a un bote de espárragos y mutarán mágicamente de unos brotes esmirriados e insípidos en ejemplares robustos y sabrosos, hasta sistemas o costumbres degeneradas y canallas: el término “socialista” en el régimen Nazi, o el amparo de la ONU en invasiones que incluyen violaciones de mujeres y siembra de cadáveres reventados de niños y ancianos en las calles ocupadas, y los crímenes parecen convertirse de pronto en loables actos en pos de la justicia y la libertad.

La tauromaquia no escapa a esta utilización torticera del lenguaje y, en un afán de que se le vincule a conceptos tomados mayoritariamente como saludables para la ética, se los anexiona sin pudor, al igual que la diabla Abrahel adoptaba apariencias irresistiblemente seductoras. Un paradigma de esta afirmación son los desaforados y continuos intentos de mostrarse bajo el amparo de la UNESCO, una Organización que, con independencia de su eficacia, encarna un deseo encomiable: "Construir la paz en la mente de los hombres y las mujeres". La página taurina con el nombre de TauroUnesco responde a esa ruin estrategia de lavado de cara al tiempo que ansía un objetivo muy claro: que la tauromaquia sea reconocida como Bien Inmaterial de la Humanidad.

Pero he aquí que llegaron los que no comulgan con hostias que dejan marcas, por más que se les añada el adjetivo consagradas, y decidieron que consentir esa estafa era tanto como claudicar ante la depravación de un colectivo que enlaza la tortura del toro con la muerte inherente a la vida, pero lo hace escogiendo el lugar y la hora de ese tránsito para el animal, alargándolo en forma de agonía y determinando que él representará invariablemente el papel de víctima mientras el hombre asumirá el de verdugo.

Fundación Franz Weber, así se llama la entidad jurídica que ha denunciado ante la UNESCO el uso por parte del mundo taurino de su nombre y logotipo en una campaña que simboliza la antítesis del espíritu que emana de esta Organización por la Educación, la Ciencia y la Cultura. La respuesta de la Comisión Española de Cooperación con la UNESCO dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha sido instar a los responsables del fiasco de TauroUnesco a retirar esos distintivos que se estaban apropiando de forma fraudulenta – y consciente - en un plazo máximo de diez días, transcurridos los cuales y de hacer caso omiso se le notificará la infracción al Director General de la Organización. De momento, el sitio permanece desactivado por "tareas de mantenimiento". Tal vez deberían aprovechar para construir un zulo en el que esconder tamaña indecencia.

No será la primera ni la última vez que los taurinos emplean la usurpación o la mentira, vacíos como están de argumentos limpios, y tampoco sorprende tal conducta en quienes arrebatan la vida a un animal y llegan a jurar que éste es dichoso en su martirio. Saber que existen Instituciones que, como la Fundación Franz Weber, no alimentarán la impunidad de conductas tan indeseables, genera tranquilidad y esperanza, proporcionales al nerviosismo creciente de los taurinos que delata su verdadera condición embustera y mezquina, además de tendente a la ilegalidad.

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