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Eurovegas Cañí

O la versión actualizada de “Bienvenido Mr. Marshall”
Luis del Palacio
viernes, 29 de junio de 2012, 06:54 h (CET)
A cualquier persona con un mínimo de buen gusto le debería horrorizar la idea de que un proyecto tan zafio, hortera y lamentable como Eurovegas se desarrollara en nuestro país. A mí, la verdad, me encantaría que el orondo señor del puro y la camisa floreada decidiera en septiembre pasar de largo y no asentar sus sonrosadas posaderas en nuestra vapuleada Celtiberia; aunque, si no hay más remedio, preferiría que se lo llevasen los catalanes por dos razones: la primera es que rara vez paso por Cataluña; y la segunda es que me parece de perlas que Ferrán Adriá les endilgue su bazofia a los magnates de la ludopatía. Seguro que con la dieta de El Bulli adelgazan una barbaridad.
 
El juego, en mi opinión, es una actividad que debe ser tan libre como jugar a la ruleta rusa. Y lo digo en serio: cada cual es libre de matarse como quiera, lentamente o por la vía rápida, como más le plazca, siempre que lo haga a solas y sin molestar a los demás. No es cuestión de tratar de demostrar aquí los perniciosos efectos del juego; palabra que en español parece inocente: puede jugarse al tenis, a la petanca, al fútbol o a la ruleta (la normal y en la que gira el tambor de un revólver) y siempre emplearemos el mismo verbo. En inglés “gambling”, del verbo “to gamble”, designa a la actividad de jugar “los otros juegos”, y es vocablo que inspira algo muy cercano al temor.
 
Ver la serie CSI Las Vegas en televisión constituía un verdadero placer, sobre todo mientras intervino en ella Grisom, el forense filosófico, algo irónico y de buen corazón. Resultaba muy interesante comprobar la cantidad de crímenes posibles que podían producirse en esa ciudad artificial, levantada en el desierto con el único propósito de atraer a millonarios con más o menos escrúpulos y a horterillas de diversa procedencia, aunados por un denominador común: su aburrimiento cósmico, fruto de una incultura interplanetaria.
 
Ese placer de voyeur no pasaba de ahí y terminaba en el momento en que apagaba el televisor y me iba a la cama ¡Adiós, Grisom! ¡Hasta la semana que viene!
 
Pero hete aquí que por aquello de la globalización (avasallamiento vectorial de la subcultura dominante) una empresa del ramo parece querer hacernos el favor de traer a España su producto basura. Y muchos papanatas y políticos de la talla (!) de Esperanza Aguirre y Artur Mas parecen haber sucumbido a “los cinco lobitos” de la dinamización de la economía turística (palabras textuales), la supuesta creación de 15.000 puestos de trabajo y tantas otras mentiras o verdades a medias… que suelen esconder realidades mucho más turbias que los simples embustes.
 
Hace tres semanas titulé esta columna “España berlanguiana”. Pues bien, he dudado si hacerlo ahora de nuevo, dando quizá inicio a una serie, para referirme a lo paletos y acomodaticios que seguimos siendo, al esperar que el maná venga del “tío Sam” y que nos resuelva todos o buena parte de nuestros problemas.
 
Desconsuela ver cómo muchos se resignan a que seamos un país de camareros, porteros de discoteca, toreros, futbolistas y folclóricas; dicho sea con todo el respeto que tengo a tan dignos oficios.
 
 Pero si estas son las inversiones que nos van a sacar del marasmo, que venga Dios y lo vea.
 
¿Qué fue del famoso incremento en I+D+I?
 
Wert, destacado buhonero del Gobierno de Rajoy, afirmó hace poco que en España sobraban investigadores ¿Será por que faltan croupiers?
 
Pregúntense Vds. la razón por la que el gordo del puro nos prefiere a países como Holanda, Inglaterra o Alemania para montar su chiringuito.
 
No es por el clima, no.

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