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Salve de los enanos

Felipe Muñoz
martes, 3 de julio de 2012, 06:31 h (CET)
A vosotros, que nunca predicasteis, pero que demostrasteis la responsabilidad del trabajo diario, fueran cuales fueran vuestras faenas,

que mirasteis a lo lejos por nosotros, pero nunca dejasteis de ir paso a paso, granito a granito, y así nos construisteis nuestra casa;

a vosotros, que siempre fuisteis fuertes y alegres, porque sabíais colocar las penas de la vida en su lugar,

que tratasteis en todo momento de ser justos con nosotros, y no de dárnoslo todo, sino solo aquello que nos correspondía en justicia;

a vosotros, que siempre vivisteis con modestia y, por ello mismo, siempre mantuvisteis la dignidad,

que fuisteis firmes como la roca ante los avatares de la vida y ante las sacudidas de las suerte;

a vosotros que siempre demostrasteis la teoría por medio de la práctica, acaso porque nunca supisteis demasiado de teoría,

que erais quienes erais, y no pretendíais ser quien no erais, y a vuestro modo pretendíais mejorar cada día;

a vosotros, que, en muchos casos, no pudisteis estudiar, pero que os esforzasteis siempre, hasta donde os fue posible, por comprender,

que encarnasteis valores, sin saber lo que era un valor, que fuisteis ejemplo de verdades que nunca pretendisteis enseñar, sino vivir;

a vosotros que siempre os exigisteis más a vosotros mismos que a los demás, que no quisisteis deber nada a nadie, ni que nadie os debiera nada;

a vosotros, que nunca tenéis prisa, pero que nunca descansáis, que siempre estáis alerta y que aun os superáis día a día, sin saber que os superáis, porque en eso consiste la vida;

a vosotros, que, en muchas ocasiones, solo conocisteis el trabajo, y que vivisteis la vida como trabajo, y que vivisteis el trabajo como la vida misma;

a vosotros, con los que nunca hablamos lo suficiente, que siempre fuisteis los gigantes a cuyos hombros nos subimos los enanos que éramos (y somos), y solo por eso hemos llegado un poco más alto;

a vosotros, nuestros abuelos,

a esa generación,

yo os saludo.

Y os pido, con todo respeto, una vez más…, os ruego que, otra vez, de nuevo, sirváis de guía a esta generación que no sabe adónde va.

Habladnos, por favor, habladnos aunque no queramos escuchar. Necesitamos que alguien nos recuerde lo que vosotros nunca tuvisteis, siquiera, que aprender.

Salve.

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