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Clara Campoamor, diputada radical y paladín del voto femenino en la Segunda República, se alza como un ejemplo de independencia y coherencia intelectual. Feminista hasta la médula, luchó tenazmente por los derechos de la mujer, -que eso es el feminismo y no otra cosa-, logrando la aprobación del sufragio femenino en 1931, a pesar de la oposición de figuras socialistas como Victoria Kent y Margarita Nelken.
Fomentar la participación de diferentes actores políticos y garantizar la igualdad de oportunidades para todos, implica impulsar la formación y capacitación política, ya que las instituciones democráticas deben ser sólidas y deben erradicar cualquier sesgo de señoritismo para garantizar poderes imparciales que protejan los derechos de todos los ciudadanos y contribuyan al desarrollo de municipios y ciudades.
El mayor bien que le pueden quitar a una persona, a un pueblo, a una cultura, es el de la voluntad. Sin ella todas las virtudes de las que se disponga son endebles, precarias, seguramente efímeras. Sus sujetos pueden ser fuertes temporalmente, pero si caen, es fácilmente esperable que no se levanten, bastante tenían con estar en pie.
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