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El imparable progreso hacia el desastre

A pesar de que todas y cada una de las medidas para contener la crisis inventada que nos demuele han sido un rotundo fracaso que ha agravado la situación, el Gobierno se prepara para lanzar una nueva andanada de ellas
Ángel Ruiz Cediel
martes, 10 de julio de 2012, 06:48 h (CET)
Escuchaba el otro día decir a un político –del PSOE, claro- que actualmente se están perdiendo a un ritmo imparable los derechos conquistados durante la democracia, y, siendo verdad en parte (efectivamente, se están perdiendo a un ritmo imparable derechos tanto civiles como laborales), no es exacto decir que éstos fueron conquistados durante la democracia. Lo exacto, correcto y pluscuanperfecto es afirmar que se consiguieron contra la dictadura, porque entonces había organización social y laboral, y que se comenzaron a perder de una forma imparable precisamente con el PSOE y su inefable Felipe González, siendo él quien instauró inter nos los contratos basura, la cultura basura, convirtió en especulativa la economía productiva que teníamos, liquidó el tejido industrial español (abocándolo a la especulación inmobiliaria) y nos trajo toda la demás basura que nos concierne, nos anega y, en fin, nos ha puesto en esta tesitura.

En lo demás, vale, estamos perdiendo derechos (los que no tuvieron tiempo de arrasar los del PSOE incluso en la última legislatura que recién terminó hace unos meses) a un ritmo verdaderamente preocupante con estos maulas del PP, no sólo civiles y laborales, sino también salariales y hasta en cuanto a las mismas libertades se refiere, convirtiéndose este país por días en una especie de dictadura en la más precisa y exacta amplitud del término. El PSOE, primero, y el PP, ahora, están convirtiendo a la sociedad en rehén de potencias extranjeras, a la vez que recortan nos derechos y posibilidades y nos convierten en contribuyentes forzosos de los desmadres que por estos lares han cometido todo tipo imaginable de sinvergüenzas de todo calibre, ya sean financieros, políticos o especuladores en general.

Los sueldos y los derechos laborales se han desplomado, las insoportables tasas de desempleo nos convierten de facto en un Estado Fallido, nuestros jóvenes no tienen porvenir alguno, los titulados sólo tienen el horizonte de la emigración y por todas partes no han cesado de aparecer leyes, normas y decretos que, desde pueblos, comunidades autónomas y desde el mismo Estado Central, castigan a la población de base con nuevos  e impagables impuestos, tasas nacidas del hígado de quienes tienen el chupetín por el palito, multas variopintas por lo más absurdo y privatizaciones por doquier, entretanto se recortan servicios sociales, inversiones, derechos civiles, sanitarios, educativos y judiciales, se recorta en prevención (ahí tienen los resultados: se ahorraron dos millones en sueldos de prevención forestal, y se han quemado 70000 hectáreas, han derribado dos helicópteros y ha muerto un excelente ser humano) y se amplían los poderes y el número de políticos, quienes autistamente siguen viviendo como maharajás a un tren de nuevos ricos en un número de peste, pandemia o infestación nacional, quienes para sostenerse en el chiringuito no dejan de tener nuevas ocurrencias cada día que hacen más difícil la vida de los ciudadanos, especialmente de los pobres y los encadenados a un salario y quedando fuera de esto los ricos, quienes tienen todos sus bienes en esos paraísos fiscales que son las SICAVs, y, con pagar menos de 1% de impuestos, lo tienen todo resuelto.

Comprendo que todo esto les parezca tan ricamente a los choris políticos (viven de eso) e incluso a los ricos (se aprovechan de eso), pero me cuesta mucho comprender a mis conciudadanos, quienes según las encuentras ya están pensando en votar a éste o aquél (como premio o castigo), cual si no hubieran aprendido absolutamente nada. ¿Acaso han servido de algo todas esas locas medidas para solucionar la crisis inventada ésta?... La respuesta, obviamente, es que no: nos han amiseriado exactamente para estar peor aún. Los datos macroeconómicos así lo cantan por soleares: los intereses de la deuda son impagables, la Prima de Riesgo está exactamente al doble que hace seis meses (¿culpa de Zapatero?), antes de estos últimos abusivos recortes y demoliciones del Estado, y están entregando a toda prisa la soberanía de España a las potencias económicas internacionales, en algo que puede ser considerado como lesa traición. ¿Por qué los ciudadanos apoyan a los unos o a los otros, si son los mismos y nos han conducido entrambos adonde estamos?... Me lo expliquen.

La nueva andanada que prepara Rajoy y el PP para estos días, seguramente cumpliendo la Hoja de Ruta que la Vicepresidenta recibiera en la reunión del Bilderberg a la que fue convocada días antes de que lanzara la primera tanda de recortes, va a superar las expectativas de los más pesimistas con mucho. No sólo van a subir el IVA y retirar como desgravable la primera vivienda (cosa que supondrá que aproximadamente 300000 familias pierdan su casa), sino que van a convertir los alimentos de primera necesidad en impagables para muchos, instalando de facto el hambre en España, y van a imponer nuevas tasas e impuestos a tantos servicios que los ciudadanos, en unos meses nada más, no van a tener Sanidad pública, ni Educación pública, ni jubilación (de mano quieren que sea el promedio de toda la vida laboral en un país en el que desde hace treinta años impera el contrato basura), ni otra consideración legal para los ciudadanos que el propio de los esclavos contributivos (y puede ser que en lo demás también).

Vengo advirtiendo de este imparable progreso hacia el desastre desde hace tiempo en mis artículos, y, lejos de equivocarme, parece que la proyectiva que establecí no puede ser más correcta. Sin embargo, no es que el pesimismo social se haya instalado entre los ciudadanos, sino que parece que pasan de todo como si no les afectara, algunos porque se creen que todo esto no va con ellos (y es posible que hoy sea así), otros porque creen que no pueden hacer nada, y los demás porque están de fiesta, aunque sea a cargo de los papás o se hayan acostumbrado a vivir a salto de mata. Adempero, de este escenario, y no tan a la larga, no se salva ni el gato, mucho menos ésos que se creen hoy que están a salvo y hasta que aplauden este despropósito. Comparado con cualquier otro país del mundo, España es con mucho el más indolente de todos, el único que aunque los poderes esquilmen el presente y el futuro de esta generación y las venideras, permanece como narcotizado, presenciando molicioso cómo le roban cuanto tiene sin mostrar rebeldía alguna. Tal vez sea por causa de esos chemtrails que en tal profusión asaetan nuestros cielos cada día, quién sabe si dispersando productos sedantes del tipo del Prozac para que la población se muestre tan taurina o tan festiva mientras les están quitando hasta sus propios órganos.

Así está la cosa. Hoy y ahora, cada día casi 200 familias son expulsadas de sus casas por órdenes judiciales, casi seis millones de personas no tienen empleo, casi ocho sobreviven con un subempleo o empleo-basura ignominioso, y cada día nos demuestran los políticos, como recientemente lo ha hecho doña Esperanza Aguirre, que las leyes son de quita y pon según para quién, que si son para joder a la ciudadanía o las pymes son santas y buenas, pero si es para molestar a los ricachones o mafiosos hay que quitarlas para que campeen por sus fueros. Y esto va a ir a mucho más, a muchísimo más. No; ninguna de las medidas que va a imponer Rajoy van a solucionar nada de nada, porque el fin, ya lo he dicho mil veces, es otro, muy otro. Ésta es España, sin embargo: un país que no debería insultar a los toros poniéndolos en sus banderas (siquiera sean fumboleras), sino que mejor debiera poner cabestros… o gallinas. Y, pues que no hay rebeldía alguna ante este latrocinio generalizado tan imponente y que cada cual procura salvarse a sí mismo exclusivamente: ¡leña al mono que es de goma!

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