Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | El minuto más engreído

De Retóricas, recortes y respetos

Felipe Muñoz
martes, 17 de julio de 2012, 07:06 h (CET)
Escribe Aristóteles, en su obra siempre grande “La Retórica”, que solo existen, y que de hecho existen, tres causas por las que pueden hacerse persuasivos, para su auditorio, aquellos que hablan en público; y su importancia alcanza tal grado de magnitud, que nuestro convencimiento depende de ellas mucho más que de las demostraciones que propongan los oradores.

Del mismo modo, cuando los que hablan en público tratando de decir algo, principalmente los políticos, pretenden engañarnos, o mienten en lo que dicen, siempre tratan de simular la posesión de alguna de estas tres cualidades, o, si resulta posible, de todas ellas.

Las tres causas de las que habla Aristóteles, los tres factores que nos presentan como persuasivo a un orador, son las siguientes: la sensatez, la virtud y la benevolencia. O, respectivamente según traducción más apropiada a nuestros tiempos: la prudencia, la nobleza y el respeto.

La virtud de la sensatez, o la prudencia, consiste en la capacidad de decidir lo mejor en cada caso determinado: la habilidad (y la voluntad) para aplicar las reglas generales de lo mejor a los casos particulares. En el caso de los gobernantes, o de los que aspiran a serlo, la prudencia implica una “capacidad grande de realizar obras”, es decir, de cumplir con sus responsabilidades.

En cuanto a la nobleza, que es la virtud propiamente dicha, la virtud por antonomasia, consiste en poseer la virtud de la prudencia, de la sabiduría, y mostrarla en cualquier circunstancia, independientemente de las consecuencias. Se trata, pues, de que la virtud del orador se sitúe por encima del orador mismo e, incluso, por encima de la causa que defiende.

En tercer lugar, la benevolencia se refiere, en este contexto, a la tolerancia y al respeto hacia el auditorio, que ha de mostrar todo aquel que se dirige a un público, y mucho más si se dirige a ciudadanos en su condición de gobernante. El orador debe ser leal a su auditorio si quiere que el auditorio, a su vez, le preste lealtad. Eminentemente, será más cierto cuando tratamos de cuestiones políticas que afectan directamente a “la paz y la guerra”; aunque sea a la paz y a la guerra de cada día.

De aquí, nos dirá Aristóteles, que cuando los oradores engañan, se deba a todas estas causas, o a alguna de ellas: “porque, o bien por insensatez no tienen una recta opinión, o bien, opinando rectamente, callan por malicia su parecer, o bien son sensatos y honrados, pero no benevolentes, por lo cual, aun conociendo lo que es mejor, sucede que no lo aconsejan”.

Y, de aquí, que Don Mariano Rajoy, siguiendo las reglas de la retórica aristotélica de hace dos milenios y medio, no resulte creíble ni, mucho menos, persuasivo: porque no es, ni parece, prudente (sus medidas no tienen criterio; ni siquiera pueden ser buenas o malas en bloque); no ha sido noble (calló lo que pensaba cuando las circunstancia políticas se lo desaconsejaron) y, finalmente, no ha mostrado benevolencia (ha faltado al respeto a su auditorio, pidiéndole sacrificios mientras aúno no se ha cerrado el plazo de una amnistía fiscal y, por los demás, no se ha tocado un pelo del “modelo” autonómico).

Por estas razones, y por muchas más que no caben en la filosofía griega, podemos colegir la estatura política de nuestro presidente.

Y por estas razones, y algunas otras también presentes en la filosofía griega, este que escribe escuchará siempre todo los que tenga que decir, o leerá siempre todo lo que tenga que escribir, Don Julio Anguita, aunque esté en desacuerdo con él. Porque tuvo y tiene sabiduría, porque ha demostrado la nobleza y la honradez de exponer sus opiniones cuando las circunstancias lo desaconsejaban y, sobre todo, y antes que nada, porque nunca faltó al respeto a su auditorio (el que le había votado y el que no lo había hecho), tomándolo por idiota.

Aunque su auditorio, muchas veces, lo mereciera.

Noticias relacionadas

Ayer intervine en el programa En Boca de Todos porque me llamó para conocer la postura de la plataforma Defensa Animal sobre las anacrónicas cabalgatas con animales y como esto es algo altruista que hacemos en nuestro tiempo libre, tuve que dejar la limpieza de los patios de colegio para poder atenderles y luego acabar la jornada laboral mucho más tarde, pues entre que se hacen las pruebas por Zoom, esperas a que te den paso y se desarrolla todo, pierdes un montón de tiempo.

Existen muchos datos registrados en la historia que se convierten en referencias apropiadas para la alimentación del orgullo nacional. La bizarría, honor, valentía y el pundonor de los pueblos encuentran sus fuentes precisamente en esos acontecimientos del pasado que se han venido transmitiendo por generaciones hasta hacer su repercusión en el momento que nos toca vivir.

Nunca podría imaginarme que, con la cantidad de problemas que hoy nos agobian a los ciudadanos en el ámbito nacional e internacional, mi primera reflexión pública del año la tendría que dedicar a una “cómica/influencer”, como tú, “Lalachus”. Indagando, que no investigando, algunos de los rasgos de tu personalidad en Internet, me encontré con esta perla sobre tu primera relación “sentimental” con tu pareja...

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto