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Otoño caliente

“La socialdemocracia considera que un impuesto que también pagan los riquísimos es “más injusto” que el impuesto de la pereza que castiga el trabajo y el ahorro”
Almudena Negro
lunes, 3 de septiembre de 2012, 07:25 h (CET)
La vuelta al cole (y al trabajo el que aún lo tenga) la han recibido los españoles con una subida del IVA que no se ha acompañado, como se debería y como defendía el PP hasta que llegaron al gobierno el enfrentadísimo dúo Montoro - De Guindos, de una reducción sustancial en las cotizaciones sociales y una bajada espectacular del impuesto ideológico que castiga el esfuerzo de la clase media, que es el IRPF. Subida del IVA que se trasladará a todos los productos y que podría provocar, como ya sucediera cuando lo subió Zapatero, una caída de la recaudación. Subida del IVA que tiene enfadada a toda la socialdemocracia. Esa socialdemocracia en clara implosión que considera que un impuesto que también pagan los riquísimos de las SICAV –quienes consumen más que los menos pudientes- es “más injusto” que el impuesto de la pereza que castiga el trabajo y el ahorro. No tienen remedio.

Las familias han agotado sus ahorros y viven ya de las menguantes pensiones de los abuelos. El desempleo sigue desbocado sin que se haga nada para reducirlo, como bajar o liquidar el SMI. Que no existe en Alemania, por cierto. Y, lo que es peor, los parados apenas tienen esperanza de encontrar trabajo. Cáritas viene ya desde hace tiempo denunciando la cronificación de la pobreza.

Concentraciones de ultras con sobredosis de “V” de Vendetta y “L” de Lenin a las puertas del Congreso en lo que es un cutre golpismo para iluminados que sirve al sistema como coartada para defender su permanencia.

Toques de atención desde Bruselas a las autonomías y S&P que arroja el bono de Mas a la basura. Rescate inminente (y no existe lo light) disfrazado de vaya usted a saber qué.

El autónomo, al cual el PP cuando aún no había traicionado sus principios prometió que dejaría de tener que pagar el IVA facturado para pagar por IVA cobrado, ya no puede más. Este mes le suben la retención de IRPF, por eso de que hay que pagar la ruina de Bankia o Caixa Cataluña. Hay que estar loco o tener un buen colchón para contratar con las informales y aún manirrotas administraciones públicas. El crédito, y van tres “reformas financieras”, sigue sin fluir hacia familias y PYMES. Lo de las preferentes, que tienen de falso hasta el nombre, no parece tener arreglo.

Y mientras, el torturador y asesino Bolinaga celebrando un auto que no hubiera sido posible si el gobierno no hubiera decidido conceder, en una decisión que ha indignado no sólo a todas las víctimas sino a buena parte de la sociedad, el tercer grado penitenciario al criminal etarra. La reforma energética sigue desaparecida. Como la de la Educación o la Justicia. No hay política. Sólo economía keynesiana.

La clase media española ya no puede más y eso se verá en los próximos comicios, especialmente en Galicia, en donde Núñez Feijóo podría quedarse sin mayoría absoluta, mientras que el tortazo del gobierno de Patxi López y Antonio Basagoiti está casi garantizado.

Es lo que nos espera este curso. Otoño más que caliente.

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Transcurren días de confusión, o así me lo parece, inmerso en la actual vorágine de dichos y hechos en la que se percibe, aunque pueda parecer lo contrario, un predominio del olvido sobre la memoria, pues se superponen pequeños y grandes olvidos (la magnitud, en cada caso, queda a cargo de cada cual). Pienso, en relación con ello, acerca de lo esencial y de lo accesorio. No es fácil discernir entre uno y otro.

Quizá haya sido siempre así, aunque ahora se note mayormente; de cualquier manera, si nos ponemos a observar cómo nos relacionamos, el desapego, la crispación e incluso el enfrentamiento, cobran un rango predominante e inquietante.

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre una realidad que nos atraviesa a todos, pero no por igual: en el mundo contemporáneo, los mercados ocupan un lugar central en nuestras vidas, en tanto que no sólo determinan lo que compramos o vendemos, sino que también influyen en áreas fundamentales como la educación, la salud, la justicia e incluso las relaciones humanas.

 
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