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Etiquetas | La linterna de diógenes

Estupor

Luis del Palacio
viernes, 7 de septiembre de 2012, 06:54 h (CET)
Conducir en la noche por una carretera oscura tiene el riesgo de que nos topemos con una liebre, una ardilla, un gato o cualquier otro animal que, deslumbrado por la luz de nuestros faros, se quede parado, sin saber cómo huir ni cómo reaccionar ante, lo que se le viene encima, esperando el golpe, con frecuencia letal, o a que una mano invisible (aunque en este caso sea un pie) le libere de su destino mediante un oportuno frenazo.

Esto, a modo de parábola, serviría acaso para explicar la manera en que muchos, muchísimos ciudadanos, reaccionan ante lo que “parece” inevitable. Sin embargo hay dos circunstancias que la invalidan como metáfora de la situación que vivimos: el conductor no quiere atropellar a la liebre y esta, al verse sorprendida por el haz de los focos, carece de la inteligencia racional que le llevaría a interpretar lo que ocurre y actuar en consecuencia..

La táctica de crear estupor es una de las preferidas por los políticos para dejarnos inmóviles ante lo que postulan como inevitable. No buscan atropellarnos, no, sino que huyamos hacia delante siguiendo la luz que proyectan, alumbrando un camino que ellos mismos han trazado para que cumplamos, sin rechistar, sus propósitos.

Y una forma sutil de tiranía es la que se viste con la piel de cordero de la democracia: los hemos (es una forma de hablar, porque yo no) votado; tienen mayoría absoluta en el Parlamento, con lo que pueden, casi, hacer los que les venga en gana. Y lo hacen. Y lo harán. Con lo que no quiero decir que sean peores que los que les precedieron. Los mismos perros; distintos collares.

La “clase” política dominante es un parásito. Y como es bien sabido, el principio fundamental de cualquier parásito que se precie es no matar a su huésped; chuparle la sangre al máximo, pero sin llegar a agotarlo del todo.

Veo que hoy me ha salido una columna llena de alusiones y metáforas. Ni un solo nombre propio. Pónganlos ustedes si les apetece.

Debe de haber alternativas a la huida hacia delante por el camino trazado por la luz cegadora de sus consignas secretas (que a buen seguro las hay) No somos liebres ni conejos asustados. Es tiempo de ponerse a pensar…

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