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El torero Víctor Mendes y su elogio de la bajeza

La tortura en un Curso de Verano
Julio Ortega Fraile
lunes, 10 de septiembre de 2012, 06:44 h (CET)
Victor Manuel Mendes-Marinhais, matador de toros, o matarife, o torturador, que cualquiera de esos adjetivos te describe. Leo parte de las declaraciones que acabas de realizar en Logroño, durante un Curso de Verano en la Universidad de la Rioja y la verdad, compruebo que tus pensamientos son digno motor de tus acciones. Tan degenerados los primeros como ruines las segundas. Eres, emocional y físicamente, un compendio de bajeza, y me creo no sólo en mi absoluto derecho de manifestarlo, sino también en la obligación de hacerlo. Porque no te estoy insultando, a menos que consideres ofensiva la realidad Y nada invento, tus palabras son suficientemente esclarecedoras de tu verdadera naturaleza.

Dices que “la cultura no se puede prohibir”. Es verdad, pero sí el crimen. Y que lo quieras ocultar bajo el manto de la cultura no lo transforma. Porque no eliminas la violencia ni su transmisión como valor, también a los niños. No desaparece el padecimiento del animal ni surgen razones del tipo defensa propia o error inevitable. La cultura es lícita, pero la tortura y el asesinato jamás pueden serlo y, en ese sentido, en la tauromaquia habitan ambos y como tal la única vía posible es su abolición.

Indicas que “una minoría pone ahora en cuestión un derecho que tenéis”. Mira, defensor de tu libertad para matar pero obligando a otros a morir: ni es ahora, ni es una minoría, ni os asiste el derecho para algo así. La expresión popular contra las corridas de toros viene de muy atrás, otra cuestión es que actualmente se estén viendo los resultados y que ese movimiento, haya alcanzado un número de activistas y una organización desconocidas hasta el momento. Eso también te responde a lo de minoría. Viendo las gradas de las plazas y el continuo regalar o descuento en las entradas, parece que lo que mengua sin remedio es la cantidad de sádicos y hemoadictos.

Pones, como ejemplo para amparar las corridas, “la lucha durante décadas por tener democracia”. Bueno, no es que en su mayoría los toreros se hayan distinguido precisamente por sus ideas libertarias y sí más bien por brindar miembros amputados del toro al Caudillo. Pero filias políticas aparte, ¿te has parado a pensar que, por ejemplo, la voluntad colectiva de los catalanes que llevó a la aprobación de la ILP, está tratando de ser pisoteada por unos taurinos que se afanan en su revocación? No, mi lamentable sayón, no busques en la teoría sana coartadas para acciones enfermas. Porque democracia también es pretender que nuestros hijos no sean educados asumiendo que es lícita, lúdica y pedagógica la agonía de un animal a manos de un hombre.

Indicas que “los toros tienen un componente totalmente libre, el que no quiere no lo ve”. Ya, pero no puedo conformarme simplemente con no ser testigo de un acto inmundo, evitable y que genera víctimas. Tal vez esa actitud cobarde y cómplice valga para individuos que como tú, permanecen impávidos ante el sufrimiento ajeno, pero no para los que conocemos el significado de la ética. Que sea legal me da lo mismo. También lo eran la esclavitud, la explotación infantil, el derecho de pernada, pegar a la mujer, la Inquisición, los paseillos, las peleas de perros o tirar una cabra viva desde un campanario. Pero claro, imagino que nada de eso te conmueve mientras los perjudicados sean otros, de hecho, no eres diferente de los que esgrimían su libertad para perpetuar tales conductas.

Y llegas al colmo del cinismo, Victor Mendes, al súmmum de la desfachatez y la perversión, cuando afirmas que “con nuestros impuestos, los aficionados a los toros financiamos a quienes los quieren prohibir”. ¿Cómo se puede ser tan canalla, tan hipócrita y tan torero? Llevamos años y años subvencionando vuestros crímenes con dinero público, inyectando suero en forma de partidas presupuestarias, muchas veces encubiertas como por ejemplo en el caso de ayudas a la ganadería, a un espectáculo cada vez más ruinoso y que sólo se sostiene por lo que chupa de las arcas, y tienes la poca vergüenza de asegurar que pagáis al movimiento abolicionista. Te emplazo a que digas cómo, dónde, cuándo y con cuánto. Nosotros sí podemos dar datos sobre vuestra sangría de euros. A ver si tienes los redaños de hacer lo mismo.

Y ahora, además de estas charlas tóxicas que te dedicas a dar, y resulta vomitivo que una Universidad se preste a ser voz de un valedor de la tortura como tú, también impartes clases de tauromaquia a chavales. No te falta nada: verdugo, instructor y publicista de una aberración. Hay existencias para las que uno se pregunta su sentido, y la respuesta es tan sobrecogedora que el deseo toma forma de ausencia.

Consideras que “la Fiesta perdurará porque tiene derecho a existir”. Te equivocas, no lo tiene y se está muriendo. Y muchos, entre los que me cuento, nos vamos a dejar la piel en matarla. Ese asesinato sí que será un acto de justicia y de libertad.

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