Hoy nos toca hablar de un hombre que, tal vez, no es muy conocido en el panorama político español pero que a sus 57 años lleva ya mucha carga en su mochila particular defendiendo Catalunya y, especialmente, aquello que los grandes partidos suelen olvidar en muchas ocasiones: el pueblo, la nación y los derechos nacionales de un país. En estos días de campaña es difícil pasear por calles y plazas de Catalunya sin que desde los carteles colocados en las farolas, en las calles o en los pasillos del metro no nos vigile, atentamente, la mirada de los candidatos a la Presidencia de la Generalitat. Unos libres y paseando por las calles, los de la derecha, intentado aprovechar las ventajas que la aplicación del artículo 155 de la Constitución les ha dado, y otros, con su mirada, recordándonos que están en prisión o en el exilio por defender sus ideas. Pero hay un candidato del que no vemos su imagen en los carteles, ese es Carles Riera, cabeza de lista por Barcelona de la Candidatura d’Unitat Popular-Crida Constituent, más conocida como CUP.
En época electoral los partidos políticos intentan vendernos su producto, y para ello, generalmente, utilizan las fotos de sus líderes más conocidos, nos venden la política como si nos estuvieran vendiendo un detergente o una colonia en tiempos de Navidad. El programa no suele importar, la verdad es que no les suele importar a la mayoría de votantes que acuden a las cita con las urnas obnubilados, muchas veces, por una bonita foto del cabeza de lista. Grave error votar una bonita foto de estudio y no preocuparse del programa que cada candidato ofrece defender. Por eso, y por otras cosas, me gusta la CUP, aunque también discrepo en otras muchas de sus propuestas, ir cumpliendo años me ha hecho ir alejándome, no del todo, de la radicalidad siempre necesaria. No me gustó nada que Pablo Iglesias o Ada Colau en las primeras elecciones a las que se presentaron encabezaran la papeleta electoral con su foto. Poner en la papeleta el careto del candidato, para mí, es desconfiar del programa con el que se presentan. Eso la CUP nunca lo ha hecho ni lo hará. Ahora con su “Desmpeus” es suficiente.
Para los que llevamos años siguiendo el mundo de la política más allá de las instituciones el nombre de Carles Riera no es ninguna novedad. En la década de los ochenta, junto con Ángel Colomy Jordi Sánchez dirigió la Crida, una organización cívica defensora de los derechos del catalán y los catalanes, después ha estado en diversas organizaciones del mismo carácter y, finalmente, en la pasada legislatura del Parlament de Catalunya fue uno de los parlamentarios de CUP defenestrado, como el resto de parlamentarios, por el Gobierno español al aplicar, de una manera que algunos juristas tildan de anticonstitucional, el art. 155 de una Constitución que fue redactada con el miedo a las “salas de bandera” de los cuarteles.
Carles Riera es un hombre que se muestra firme en la defensa de sus ideas, fue una de las voces de CUP discordantes en el apoyo a votar a Puigdemont para la presidencia de la Generalitat y en apoyar el Govern que surgió de aquel acuerdo, pero también es un hombre dialogante que nunca pondrá palos en las ruedas a la defensa de un Govern que defienda la República catalana, incluso, así lo ha declarado, la organización a la que representará en el Parlament estaría dispuesta a formar parte de un Govern cuyo fin fuera la implementación de la citada República. En la defensa de los derechos sociales tanto Carles Riera, como CUP, siempre estarán en primera línea, como lo estuvieron en la anterior legislatura. Una defensa que llevan adelante tanto desde los escaños del Parlament como desde las calles de las ciudades y pueblos de Catalunya.
Algunas encuestas dan datos que hacen suponer que CUP podría pasar por delante de En Comú-Podem, todo podría ser ya que hay una parte del electorado catalán más joven que podría decantarse por esta organización, tildada tanto por la prensa catalana como por la de España, como anti sistema y anticapitalista, dos adjetivos calificativos que les van como anillo al dedo y que, en ningún caso, suponen que, llegada la hora, no sean capaces de llevar adelante una política que defienda los derechos de los más desfavorecidos. Será difícil, pero, tal vez en esta campaña electoral, un día podrían encontrarse frente a frente el fiscal Jiménez Villarejo, candidato del PSC que en 1985 mandó a prisión a varios jóvenes de la Crida, con Carles Riera. Es un encuentro que si se produce me encantaría presenciar. El carcelero de la lista socialista frente al defensor de las libertades de Catalunya.
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