Hace pocos días me enteré de que la protección judicial en caso de divorcio se extiende a las mascotas, pues no se pueden considerar cosas sino seres vivos. No sé si se habrá nombrado un defensor de mascotas o si se le habrá encargado tal defensa al defensor del menor.
Los perros y perritos mascotas, sustitutivos de niños, cada vez van adquiriendo mayor predicamento. Las grandes superficies dedican cada vez más estantes a su alimentación, verdaderas delicatesen, que se ofrecen para el cuidado de estos seres vivos, así como prendas de abrigo, adornos, lazos, etc.
El otro día me crucé con una pareja joven que empujaba un cochecito de niño y quedé sorprendido cuando lo que transportaban era un perrito, muy adornado con ropas de lana.
Cada mañana y cada noche veo a mis vecinos sacando sus mascotas, haga frío y calor, con una dedicación encomiable. No sé si harán lo mismo por algún familiar anciano, claro que un perrito siempre se muestra cariñoso y obediente si además está bien alimentado y no tiene que dormir a la intemperie sino muy abrigadito dentro de la casa.
Los niños, cada vez menos, están siendo tutelados por las autoridades autonómicas, al menos en la mía, que han decretado la lucha contra la obesidad infantil. La venta de bollos o palomitas quedan severamente prohibidos en las cafeterías de los centros, aunque pueden comprarlos sin problema a la vuelta de la esquina. Se han endurecido las condiciones para las empresas que sirven los comedores que tendrán que ofrecer comida sana y vegetal, mucho vegetal, para evitar a los niños problemas de sobrepeso. No creo que tarden mucho nuestras atentas autoridades en exigir a todos los restaurantes que sirvan solo menús bajos en calorías, por lo pronto ya exigen que se ofrezca agua gratis. Seguramente como todos los problemas del país están resueltos, hay trabajo para todos y sueldos decentes, las pensione están aseguradas y los servicios asistenciales a todo rendimiento, es lógico que nuestras benefactoras autoridades se dediquen a otras cuestiones de detalle, mostrando así el buenismo que les embarga.
Claro que este buenismo no ha llevado a nuestros políticos a reducir sus sueldos, que podrían ser del término medio de los trabajadores con similar titulación que la que ellos tengan acreditada. También podrían renunciar a la financiación de sus partidos que deberían sostenerse con las cuotas de sus afilados. Y es que el buenismo es solo el remedo de una auténtica actitud de servicio de nuestros políticos y gobernantes, que deberían estar más entregados a conseguir el mayor bien común para todos los españoles, sin anteponer los intereses de partido, ni mucho menos las ambiciones personales, ni el aferramiento a cargos y prebendas.
Cuando todos nuestros problemas presupuestarios, económicos y demográficos estén resueltos o en vías de resolverse pueden dedicarse si quieren a luchar por los derechos de los animales o por salvar al planeta del calentamiento global, si es que en verdad se está calentando, cosa que dudo, pues ya tuvimos bastante con el agujero de la capa de ozono de la que nunca más se supo.
Lo último que he leído es que en no sé qué país de Europa, Suiza quizás, exigen que antes de cocer el marisco en agua hirviendo, se practique alguna anestesia a las gambas, mejillones y bogavantes. No es solo en España donde se practica el buenismo con los animales pero se obliga a los países a autorizar el aborto, aunque no quieran.
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