MADRID, 4 (OTR/PRESS) Por lo que parece, la estrategia de Donald Trump consiste en amenazar y, cuando los amenazados sienten el aliento de la amenaza en la nuca, entonces se muestra dispuesto a negociar. En ese momento Trump "suspende" temporalmente la amenaza y a partir de ahí consigue casi todo lo que pretendía, pero deja un margen a los amenazados para que no se sientan del todo perdedores. Así ha sido con México, con Canadá, a los que había amenazado con subir los aranceles y, por ahora, ha dejado en suspenso las amenazas, previa conversación con la presidenta mexicana y el primer ministro canadiense, amén de con el "primer" país amenazado, Panamá. Desde que Trump mandó el recado a Panamá de que no estaba dispuesto a que China continúe siendo el país con más influencia en el Canal, la capital panameña apareció sembrada de banderas. Las fueron colocando días antes de la visita de Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos. Y ahora que Rubio se ha marchado allí siguen acaso, como recordatorio del sentimiento patriótico de los panameños. Lo cierto es que José Raúl Mulino, presidente de Panamá, no es precisamente antinorteamericano, más bien todo lo contrario. Y por su parte, Marco Rubio es un buen conocedor de cuanto sucede en Iberoamérica acaso por sus raíces cubanas, y sabe cómo tratar con los mandatarios del sur. De manera que, durante su visita, Rubio no se condujo como una apisonadora, permitiendo que el presidente Mulino no quede "demasiado" en entredicho, pero evidentemente no ha regresado a Washington con las manos vacías. Y es que el quid de la cuestión son los "puertos" gestionados por China a ambos lados del Canal, en el Caribe-Atlántico y en el Pacifico. El canal lo gestiona Panamá pero la gestión de esos dos puertos estratégicos está en manos de una empresa china con sede en Hong Kong y parece que el presidente Moulino está dispuesto a no renovar la concesión de los puertos una vez que se realice una auditoría. Además, Panamá se descuelga del acuerdo comercial de la Ruta de la Seda puesto en marcha por China y a esto le ha añadido el permiso para que Estados Unidos pueda ejercer labores de control en el Darien, lugar situado en la frontera con Colombia, amén de colaborar más activamente en la lucha contra el narcotráfico. De manera que, más allá de las "formas", el nuevo secretario de Estado no ha dado un paso atrás respecto a la defensa de lo que consideran sus intereses en Panamá, sabiendo que este pequeño país poco o nada puede hacer para enfrentarse a Estados Unidos. Mientras, el presidente panameño, consciente del "peso" de Panamá ha jugado sus cartas en una sola dirección: mantener al menos públicamente la dignidad del país. Como con Donald Trump cualquier cosa puede pasar, habrá que esperar a ver si se conforma con el compromiso del presidente Moulino de no renovar con China esos acuerdos comerciales con el gigante asiatico que tanto preocupan y fastidian a Estados Unidos. Lo que sí es evidente es que a Trump le está saliendo bien la jugada de amenazar para conseguir sus objetivos. Lo cierto es que los países amenazados responden que ellos también tienen con qué amenazar, es decir con los aranceles, pero a la hora de la verdad prefieren no tentar su suerte. También con Groenlandia Trump ha conseguido un acuerdo ventajoso, y en cuanto a la Unión Europea es evidente la división interna. Hay países más dispuestos que otros a plantar cara al presidentede Estados Unidos, pero fanfarronerias aparte, parece que todos prefieren el diálogo al enfrentamiento, sobre todo en un momento en que está estancada la guerra de Rusia con Ucrania. En fin, que a Donald Trump no le está yendo mal con su papel de bravucón.
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