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César Valdeolmillos
César Valdeolmillos, profesional desde 1957, ha desempeñado su labor como periodista en multitud de medios de comunicación como Radio Madrid, Radio Granada de la Cadena Ser, La Crónica y un largo etcétera. También ha estado al frente del gabinete de prensa de la Federación Granadina de Comercio, el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada y Vocal de prensa de Unicef y Cruz Roja Española en Granada.
Gran conferenciante, ha desarrollado una intensa labor como crítico musical, siendo miembro activo de la Cadena de Comentaristas de discos Latinoamericana y uno de los cronistas más antiguaos del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. En el campo de la política, desempeñó las funciones de Secretario Provincial de Información y Portavoz de la UCD en Granada. Asimismo, fue Primer Teniente de Alcalde y presidente de la Comisión Delegada de Fiestas del Ayuntamiento de Granada. En 1983 recibió el premio ACYME por unos artículos en defensa de la españolidad de Ceuta y Melilla y en 2004 le fue entregada la insignia de Oro del Ayuntamiento de Granada. |
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Aunque la historia se remonta a varias décadas anteriores, en España, la conmemoración del “Día del Padre”, parece que encuentra su origen en 1948. Fue la maestra Manuela Vicente Ferrero, quien propuso que el 19 de marzo, coincidiendo con el día de San José, padre adoptivo de Jesús según la tradición cristiana, se rindiese homenaje a la figura paterna, reconociendo así su importancia en la formación de la familia y su papel en la sociedad.
Casi veinticinco años hace que los españoles, atónitos e incrédulos, como si se tratase de una mala pesadilla, y sin terminar de creerlo, estamos siendo testigos del desguace creciente de España. Concretamente desde el 22 de julio de 2000, fecha en la que José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general del PSOE.
Señor presidente: si he de serle sincero, no tengo la menor esperanza de que estas reflexiones lleguen a su conocimiento, y en el supuesto de que llegase a tener noticia de ellas, puedan causar el menor efecto en sus mudables propósitos. Soy consciente de que mis palabras son una gota de agua en la inmensidad de los océanos.
A pesar de los ataques encubiertos que desde hace cinco años viene recibiendo, la Constitución aún resiste y ha logrado cumplir 45 años. Es una de las más jóvenes del mundo occidental, y podría decirse que de las más estables, de no ser por el decidido empeño del presidente del Gobierno en avalar las tesis que indefectiblemente nos conducen a la desmembración del país.
Cientos de miles de personas se han manifestado en contra de la política de Pedro Sánchez. Personas de todas las edades y condición social, han expresado en las calles españolas su rechazo a la forma de gobernar de Pedro Sánchez. Rechazo a sus mentiras, a sus engaños, a su cinismo, a su falta de honestidad política, a su desmedida ambición de poder, a la arrogancia con que se comporta con quien está disconforme con sus decisiones.
Al llegar a su mayoría de edad, la princesa Leonor, heredera al trono de España, cumplió con una de las obligaciones más trascendentes, como futura reina de España: jurar la Constitución ante las Cortes generales, en las que reside la soberanía del pueblo español. No hay mayor supremacía. Todos los demás poderes, emanan de la misma raíz.
Siempre he mantenido que aquellos que viven de la política, encubiertos tras la artificiosa máscara que pretende representar al pueblo —la realidad es que solo se representan a sí mismos— han convertido el templo que debería albergar la soberanía de la nación española, en un miserable Rastro, en el que como moneda de cambio, solo circulan sus inconfesables intereses.
“Es típico de los regímenes en los que todo el poder llueve de arriba, y a los que ninguna crítica puede llegarles desde abajo, debilitar y confundir la capacidad de raciocinio y crear una vasta franja de conciencias grises que abarca desde los grandes malhechores a las víctimas puras", Primo Levi.
Cuando alguien decide recorrer el camino de la deshonestidad para alcanzar sus metas, está sembrando las semillas de la desconfianza y la inestabilidad en sus relaciones personales y en la sociedad en general. A medida que se descubren sus maniobras, sus mentiras y manipulaciones, se van desvaneciendo la credibilidad y el respeto que se hubiesen podido obtener momentáneamente.
La transición española fue un proceso histórico que permitió el paso sin traumas de una dictadura a una democracia. Sin embargo, en los últimos años, los partidos nacionalistas y la izquierda radical, han cuestionado la legitimidad de este proceso, acusándolo de ser una farsa o una traición. Estos intentos de deslegitimar el espíritu de la transición se basan en argumentos falaces, sesgados, incompletos o tergiversados.
Cuando se ejerce el poder de forma absolutista y dictatorial, se suele perder la perspectiva de la realidad y los límites del mismo. Quien así lo administra, puede llegar a creerse invulnerable, sobre todo si acostumbra a presentarse como adalid de la justicia y regenerador de todos los males que atentan a los más desfavorecidos.
Decía Montesquieu —aquel al que el PSOE declaró muerto apenas alcanzó el poder en 1982— que: “La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Pero bien sabía el célebre filósofo y jurista de la ilustración que la realidad era muy diferente. Por ello dijo “debe ser” en vez de “es”.
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