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Jorge Hernández Mollar
Jorge Salvador Hernández Mollar nació en Melilla en 1945. Casado y con tres hijos, se considera ante todo católico, vitalista y optimista, además de respetuoso con las personas y con los derechos humanos. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense Madrid y ha sido funcionario del Cuerpo Superior de la Seguridad Social. Ha desempeñado cargos orgánicos en el Partido Popular y ha sido Senador, Diputado en las Cortes y Diputado en el Parlamento Europeo. |
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España se quema por los cuatro costados. Ya se han arrasado más de 80.000 hectáreas, con el trágico balance de dos personas fallecidas en Losacio, ( Zamora) donde el fuego calcinó 30.000 hectáreas, además de las de Aragón, Andalucía o Galicia. Hace diez años, como representante del Gobierno en Málaga, tuve la responsabilidad de enfrentarme junto a otras administraciones y organismos, al efecto devastador de un fuego forestal.
Deseo pedir disculpas porque el jueves pasado me secuestró ese misterioso virus enemigo de la humanidad, conocido como COVID-19 y que tantos estragos está haciendo en la salud y en la vida de millones de personas en el mundo. Afortunadamente la variante que me ha visitado ha sido despedida con cajas destempladas mediante una buena dosis de paracetamol, lo que me ha permitido reencontrarme de nuevo con todos mis lectores.
He de reconocer que por primera vez hay algo positivo que agradecer a Pedro Sánchez. España, durante tres días ha sido un escaparate mundial donde ha brillado el buen hacer de una nación con una gran capacidad organizativa, un elevado nivel de seguridad y una envidiable hospitalidad.
“Ya hemos perdido la Sierra de Culebra, ahora te queda también la de la Demanda (una sierra de la Rioja). Vete y quémala”, le díjo el vecino del pueblo a Sánchez, a lo que éste le responde: “Vamos a arreglarlo”. Respuesta del lugareño: “¿Arreglarlo? ¿Tú arreglarlo? ¡Tú que vas a arreglar!”
El último artículo que publiqué sobre la campaña electoral, lo terminaba con este vaticinio: “El 19 de Junio hasta Juanma Moreno se sorprenderá, cuestión de olfato…” y es que todos los vientos soplaban a favor de los resultados electorales más espectaculares que se han vivido para el centro derecha en Andalucía desde la proclamación del Estatuto de Autonomía en diciembre de 1981.
Después del encuentro del presidente Pedro Sánchez con el Papa Francisco, ya se han fotografiado con el sucesor de Pedro, la Vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y hace tan solo unos días el Ministro de la Presidencia Félix Bolaños, lo que indica que estos encuentros son una aspiración muy deseada por los miembros de este gobierno sociocomunista.
Con sorpresa no exenta de indignación, estoy siguiendo, como la mayoría de los españoles, los graves acontecimientos que están aconteciendo y distorsionando las relaciones diplomáticas, políticas o económicas de España con nuestros vecinos del Magreb.
Después de una larga trayectoria política, creo que uno se puede permitir el lujo de guiarse más por el olfato y sensaciones que por los números demoscópicos que, además de adolecer de la “perspectiva de género”, terminan cocinándose a gusto del chef contratado a tal efecto. Desde esa óptica me propongo analizar algunos de los aspectos de la campaña que, como la de Andalucía, van a ser el preludio de un resultado de gran trascendencia.
Andaba yo en una de esas tertulias recuperadas después de la estigmatizante pandemia del Covid, cuando uno de sus más ilustres contertulios puso sobre la mesa el debate sobre el liberalismo, el capitalismo, el comunismo, y demás movimientos o ideologías que alimentaron la vida política de Europa y del mundo durante casi cien años.
Reconozco que a estas alturas de mi vida, no son las campañas electorales las que precisamente me “suliveyan” intelectualmente. Pero mi antigua relación personal con Juanma Moreno y el convencimiento de que solo el proyecto del Partido Popular tiene capacidad política y de gestión para gobernar Andalucía durante los próximos años, me motivan para pronunciarme sobre esta importante cita electoral.
Las crueles matanzas con armas de fuego en centros escolares o comerciales de EEUU como las recientes de Buffalo y Uvalde en Texas, ponen en evidencia la fragilidad moral de una Naciónque se ve incapaz de detener estas horrible tragedias.“¿Cuando en el nombre de Dios, vamos a plantarnos frente al lobby de las armas”? se preguntaba el presidente Biden.
He de confesar que cada vez encuentro más dificultad para focalizar mi columna dominical en un tema específico. Nuestra realidad cotidiana es tan abundante y sorprendente en acontecimientos de naturaleza social, económica, política o incluso religiosa, que acertar en la que más puede ayudar a suscitar una reflexión en el lector, exige a veces un ejercicio de malabarismo intelectual.
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