Reconozco que a estas alturas de mi vida, no son las campañas electorales las que precisamente me “suliveyan” intelectualmente. Pero mi antigua relación personal con Juanma Moreno y el convencimiento de que solo el proyecto del Partido Popular tiene capacidad política y de gestión para gobernar Andalucía durante los próximos años, me motivan para pronunciarme sobre esta importante cita electoral.
En Andalucía, el 19 de junio las urnas van a ser las depositarias de la voluntad de 6,5 millones de electores que elegirán a la persona que va a marcar la agenda política y los destinos de Andalucía en los próximos cuatro años. Este es el propósito del candidato Juanma Moreno, actual presidente de la Junta: atraer la confianza de los votantes para gobernar sin coaliciones o ataduras legislativas.
Al margen de las tendencias favorables que la demoscopia le atribuyen como cabeza del Partido Popular, debe saber que si se cumplieran los pronósticos, los andaluces le vamos a exigir certezas, rigor y honestidad en las decisiones que se adopten desde el Gobierno, para afrontar los graves problemas económicos, sociales e incluso políticos que hoy preocupan a la sociedad andaluza.
De los logros de su etapa de gobierno y de los compromisos que pretenda adquirir desde su programa electoral para los próximos cuatro años, le corresponde a él y a sus acompañantes de la candidatura trabajar duro y esforzarse para llegar a los hogares de los ocho millones y medio de andaluces, repartidos entre pueblos y ciudades de nuestro vasto y rico territorio. Decía Sófocles que “el éxito depende del esfuerzo”.
Aterrizar en Andalucía, como ha hecho Sánchez, para agitar el fantasma de la corrupción por quienes han protagonizado el mayor escándalo de envilecimiento institucional, como ha sido el caso de los ERES y de los 700 millones de euros dilapidados entre juergas y francachelas, es fortalecer aún más a quien ha demostrado que solo desde la justicia y un gobierno dedicado exclusivamente a gestionar con eficacia y honestidad los intereses de los andaluces, se ha podido cerrar el capítulo más humillante de la historia de Andalucía.
Después de los tres años largos de gobierno de Juanma Moreno, existe la sensación general de que en Andalucía se ha producido un profundo cambio en las formas y en la ejecución de las políticas que marcan el estilo y la eficacia de un buen gobernante. Como bien ha dicho Núñez Feijóo: "En Andalucía no tenemos un candidato, tenemos un presidente”.
Solo un avezado gallego es capaz de resumir en una frase el elemento diferenciador entre Juanma Moreno y el resto de los candidatos. Diferenciación que no es baladí, porque no hay aspirante que pueda superarle en la empatía y conexión con los ciudadanos, ni en la capacidad de trabajo y entendimiento que ha caracterizado al Gobierno de la Junta de Andalucía durante su mandato. Al menos yo no lo veo entre ninguno de sus competidores.
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