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Al pestilente embalse de las injustas e inmerecidas descalificaciones hacia el PP, sus afiliados y simpatizantes, le han abierto las compuertas los representantes de la “progresía española”, liderados teóricamente por el embustero Sánchez pero que, en realidad, está en las sucias manos de Bildu e Izquierda Republicana de Cataluña, según se vio por televisión hace unos días.
¿Ha oído decir alguna vez a algún dirigente político de la derecha que desea privatizar las pensiones públicas, la atención sanitaria o la educación? Seguro que no. Sin embargo, la presencia del sector privado en la provisión de ese tipo de servicios esenciales no hace sino aumentar cuando gobierna la derecha que dice que no pretende privatizar. En Andalucía en una sola semana se ha podido comprobar que es así.
Cuando un presidente de gobierno cae en el infantilismo narcisista de intentar vender su imagen pública a través de una cursilería, tal como es la de hacerse protagonista de un documental en el que quiere dar la sensación de ser un personaje importante, un político de categoría o un ejemplo de lo que debería ser un mandatario de una nación como la española; lo único que se puede pensar de él es que está perdiendo el sentido común.
El último artículo que publiqué sobre la campaña electoral, lo terminaba con este vaticinio: “El 19 de Junio hasta Juanma Moreno se sorprenderá, cuestión de olfato…” y es que todos los vientos soplaban a favor de los resultados electorales más espectaculares que se han vivido para el centro derecha en Andalucía desde la proclamación del Estatuto de Autonomía en diciembre de 1981.
La democracia, además de un sistema político, el peor de los conocidos con excepción de todos los demás según Winston Churchill, es una forma de convivencia. En ella, los ciudadanos participan en la actividad política a través de partidos políticos, organizados con normas propias en torno a ideologías y convicciones. En ella, todos los ciudadanos tienen el derecho de participar en la vida pública.
Vaya por delante que no soy politólogo, confeccionador de encuestas, ni nada por el estilo. Simplemente soy un ciudadano que, sin militar enningún partido político, pues siempre perteneceré a la oposición, para sentirme libre de poder expresar mi opinión sobre loque lleven a cabo quienes nos gobiernen, sean del color al que pertenezcan, ya que son los que manejan los dineros que, con tanto esfuerzo, pagamos.
Pocas veces, los que opinamos sobre política, nos alegramos de habernos equivocado, pero les puedo afirmar, de todo corazón, que estoy encantado de haber dudadodel potencial en votos que ha sido capaz de movilizar el señor Moreno Bonilla; hasta el punto de lograr la gran victoria que ha conseguido en los comicios de Andalucía.
En primer lugar le doy la bienvenida y enhorabuena al presidente de la Comunidad Andaluza Juan Manuel Moreno por haber marcado un hito histórico en Andalucía desde que tenemos democracia. Esta hermosa y agradecida tierra que fue tratada como cortijo clientelar del PSOE durante 40 años, ha salido de su cerrazón ideológica y ha facilitado el cambio.
Reconozco que a estas alturas de mi vida, no son las campañas electorales las que precisamente me “suliveyan” intelectualmente. Pero mi antigua relación personal con Juanma Moreno y el convencimiento de que solo el proyecto del Partido Popular tiene capacidad política y de gestión para gobernar Andalucía durante los próximos años, me motivan para pronunciarme sobre esta importante cita electoral.
¿Ha mejorado Juan Manuel Moreno Bonilla, actual presidente de la Junta de Andalucía, la economía en su comunidad autónoma?
El primer mandamiento del periodista tiene que ser el de "No aburrir ni a Dios sobre todas las cosas". Así se pronunciaba el gran articulista y poeta malagueño Manuel Alcántara en su discurso de nombramiento como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Málaga.
Preocupación en la izquierda por el avance de Marie Le Pen en Francia, porque Vox está en el Gobierno en Castilla y León, y por lo que provoquen las elecciones andaluzas convocadas. Inquietud en Europa. En España patente en lo declarado por la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, cuando buscaba la gresca contra Feijóo hace unos días: Mientras en Europa la derecha pone cordones democráticos a la ultraderecha, el PP la abraza.
La noticia se produjo ayer, por boca del presidente de la Junta de Andalucía, Don Juan Manuel Moreno Bonilla y, al día siguiente, el BOJA, en una edición extraordinaria, publica el decreto del presidente Juanma Moreno por el que disuelve el Parlamento elegido el 2 de diciembre de 2018 y convoca elecciones autonómicas para el domingo 19 de junio.
Hay una acepción, la segunda y parcial, en el diccionario sobre la palabra ‘morbo’ que lo define como interés malsano por personas o cosas. Morbo también es la abreviatura, que ahorra tiempo y letras, para referirse al presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel MOR-eno BO-nilla.
No hay duda de que durante este mes de noviembre han sucedido en Andalucía dos acontecimientos políticos de una gran relevancia para el futuro de su gobernabilidad. Por una parte el PSA, ha renovado su cartel electoral con el sevillano Juan Espadas y el PPA ha ratificado al malagueño Juan Manuel Moreno para intentar prorrogar un nuevo mandato en el Palacio de San Telmo.
La Administración paralela en Andalucía generó una corriente de desconfianza hacia el PSOE-A. Se sabía que funcionaba el dedo, el sectarismo, la tropelía y la mala, pero había que callar por si los políticos de izquierdas tomaban represalias. Tan grande se hizo la bola con el tiempo que acabó por explotar, a la vez que llovieron las denuncias de perjudicados.
Desde que comenzó a forjarse el actual Gobierno andaluz con el apoyo explícito e imprescindible de Vox, esta formación de extrema derecha reclamó que se hicieran auditorías para demostrar que el llamado sector instrumental de la Junta de Andalucía era un conjunto de «chiringuitos» al servicio del PSOE.
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