No hay duda de que durante este mes de noviembre han sucedido en Andalucía dos acontecimientos políticos de una gran relevancia para el futuro de su gobernabilidad. Por una parte el PSA, ha renovado su cartel electoral con el sevillano Juan Espadas y el PPA ha ratificado al malagueño Juan Manuel Moreno para intentar prorrogar un nuevo mandato en el Palacio de San Telmo.
Retirado ya de la escena política como estoy, los que hemos pasilleado durante muchos años asambleas, convenciones y congresos de un partido político u otro, conocemos bien los entresijos que alimentan esperanzas, ilusiones o decepciones de quienes participan activamente para aupar el líder de turno, corretear salas para interesarse y votar por las ponencias más afines con sus intereses o simplemente para mirar o ser mirado por dirigentes famosos, impartir abrazos y sonrisas y sobretodo aplaudir con fruición y entusiasmo al candidato que puede llevar al partido a la cumbre del poder y la gloria.
No es mi cometido analizar las decisiones internas del partido socialista andaluz de cara a la nueva etapa que emprende con el “todavía” Alcalde de Sevilla Juan Espadas, que inicia su andadura con una decisión difícil de comprender y asimilar para el ciudadano sevillano, como es la de compatibilizar el cargo de regidor con el de candidato a la presidencia de la Junta… las arcas municipales están para lo que están. Sí me interesa y mucho lo acontecido alrededor del congreso que una vez más ha aupado a la presidencia del partido popular de Andalucía a mi buen amigo Juanma Moreno. Como ya estoy libre de ataduras personales y no soy sospechoso de halagos innecesarios e interesados, creo que puedo afirmar que no se ha correspondido el mérito y esfuerzo que ha derrochado Juanma y su equipo en el difícil y exitoso gobierno que viene ejerciendo en Andalucía, con el sosiego y la proyección mediática y personal que el partido a nivel nacional debería haberle prestado.
Desde la lealtad y cariño que profeso a unas siglas que he servido para los mejores intereses de España, considero que es mi deber reseñar que la dirección nacional del partido debería haber evitado en el seno de un Congreso tan relevante como el de Andalucía, que afloraran diferencias públicas entre dirigentes cualificados de ámbito nacional y autonómico.
España necesita hoy más que nunca a una Andalucía estable, desarrollada y próspera y es obligación del Partido Popular y de sus dirigentes, seguir acometiendo con éxito esa apasionante tarea.
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