| ||||||||||||||||||||||
Kepa Tamames
Supongo que escribo como puro acto de rebelión personal. Y cuando uno tiene familia, es más práctico ―y acaso más cobarde― aporrear un teclado que apretar un gatillo. Huyo en general de ideologías, aunque milito sin problemas y con plena satisfacción en el animalismo, feo nombre para tan noble causa: defender a los más débiles. Autor de Tú también eres un animal (primera guía argumental en español para la defensa teórica de los animales), y Estigma (colección de relatos de muy distinto pelaje). Asimismo, he participado en varios libros corales sobre mi tema de referencia. |
Hay al menos dos Gámez ilustres en la reciente historia española. Y por «ilustres» debe entenderse ―por cuanto a este artículo concierne― «conocidas», dejémoslo ahí. De la que más se habla ahora es de María, quien presentara su dimisión como directora de la Benemérita hace no tanto, al estar su marido imputado por una cosa bastante fea. María eclipsa estos días a Celia en los buscadores, a pesar de que fuera aquella musa artística de toda una nación, o casi.
Tan solo durante las últimas décadas (pongamos medio siglo), la movilidad de especies silvestres ha sido muy superior a la que ha tenido lugar en los anteriores dos millones de años. Animales que durante milenios ocuparon selvas, océanos y desiertos viven hoy en salas de estar, cocinas, terrazas de apartamentos o discotecas.
Hace ya algún tiempo tuve ocasión de asistir a una boda, la primera en muchos años. Quienes me conocen saben bien que no soy precisamente forofo irredento de tales eventos sociales. Siempre me parecieron un tanto decadentes, dicho sea sin ánimo de ofender a nadie (y con la esperanza de no estar jodiendo el artículo ya en su primer párrafo).
Corre la última década del siglo XIX en la vieja América de la conquista agrícola y ganadera. La caza de búfalos y otras especies se extiende por doquier, y se ha convertido de hecho en una práctica obsesiva y criminal. Ello priva de alimento a los lobos; a ellos, legítimos y ancestrales moradores de aquellas vastas tierras.
Declara Víctor Manuel (cuyo abuelo fue picador, allá en la mina): “A veces se tiene la sensación de que parte de los políticos de este país quiere que se caigan al mar los que no están de acuerdo con ellos. Espero que los catalanes no piensen que todos somos de Vox, igual que yo no pienso que todos los catalanes son ultranacionalistas y que desean lo peor para España".
Leo en las redes ―nunca mejor etiquetada esta maraña― que ya no se podrán tener determinados animalitos en casa cuando quede aprobada la popularmente conocida como Ley de Bienestar Animal (LBA). Y acompaña el comentario, o incluso la noticia en prestigiosos periódicos, la fotografía de una anciana acariciando a un perrillo, o hablándole a su querida cotorra, quien seguro le responde, encantada de la conversación.
Multitud de comportamientos son etiquetados como «machismo» en la opulenta sociedad actual, e incluso se han creado de la nada categorías hasta ahora inexistentes, como los ya familiares «micromachismos». Y no parece descabellado pensar que a no mucho tardar seremos bombardeados por supuestos «inframachismos», «supramachismos», «paramachismos», y todos los equismachismos que se le ocurra a la clase dominante.
Uno de los aspectos que más está dando que hablar a raíz del proceso que sigue la Ley de Bienestar Animal es si los perros usados para la práctica de la caza deben tener un estatuto jurídico diferente al resto (aquellos conocidos bajo el epígrafe de «perros de compañía»). En tal sentido, parece claro que los canes usados para cazar no se asumen ―al menos en un contundente porcentaje― como «de compañía».
Por encima de lo ofendidos que se hayan podido sentir los aquejados de tan seria dolencia ―que en cualquier caso se comprende―, echa uno de menos en el anuncio ese de los «derrochólicos» a gente como Fernando Alonso, como Pedro Sánchez, como la dupla paternofilial de los Sainz, como los hermanos Márquez, o como Laia Sanz… y quizá también a algún que otro periodista deportivo, de esos que se desgañitan cada vez que el bólido del compatriota rebasa al del extranjero.
Nunca se habló tanto en España del bienestar de los animales, y todo gracias a la ley que pretende aprobar el Gobierno en lo que queda de legislatura. Me cuesta horrores creer que, en el fondo, subyazca un sincero interés por el bienestar de los «animales no humanos».
Siento decepcionar a quien haya supuesto al leer el título del artículo que iba este de don Josep, insigne escritor catalán, denostado ahora por el independentismo pata negra (y cerebro de idéntico color). Como me disculpo ante el lector que creyera que me disponía a hablar de don Albert, artista polifacético, catalán igualmente, que pasa un poco de todo, o eso dice, quizá para alimentar su personaje calculadamente ambiguo. Nada ni de uno ni de otro.
Un loro multicolor suelta gracietas picaronas; un aterido gatito se deja secar amorosamente por su dueña tras caer «por descuido» a la piscina; un caballo camina con brioso gesto sobre una superficie de ascuas… Por lo general, no solemos reparar en la trastienda de este tipo de publicidad, quizá porque precisamente se trata de “simple publicidad”, al fin y al cabo la hermana menor de las artes escénicas. Pero trastienda la hay, sin duda.
|