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Rafa Esteve-Casanova
Contar por no callar
Rafa Esteve-Casanova nació en Valencia y estudió Relaciones Laborales y Derecho. A finales de los 60 escribe críticas, entrevistas y artículos en El País, Noticias al Día, Avui y Liberación, y participa en un programa de crítica musical en RNE. Sus poemas han sido publicados en volúmenes de homenaje a los poetas Vicent Andrés Estellés, Joan Valls Jordá y Joan Brossa. Entre sus numerosos premios cabe citar el 'Vila de Xabia', 'Mare de Deu del Olivar' y el 2º premio del certamen de narrativa del Ayto. de Valencia. Fue secretario de Organización de Unitat del Poble Valencià y estuvo entre 1987 y 1991 en el grupo EU-UPV en el Ayto. de Valencia. Actualmente escribe artículos de opinión político-social en los que hace gala de una sutil ironía. Es colaborador del diario Levante y publica los jueves y domingos en Siglo XXI la columna ‘Contar por no callar’, así como artículos vinculados a la música.
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Aquella noche del 23-J, en el balcón de la calle Génova, la plana mayor del PP celebraba lo que ellos creían era su victoria sobre las “fuerzas del mal” de Pedro Sánchez y sus aliados, el “rojerío” y los representantes del independentismo catalán y vasco, mientras, las masas de adoradores de la desaparecida y antigua gaviota carroñera de la iconografía del PP vitoreaban a Ayuso, la dama de la “fruta”, en lugar de aplaudir a Feijóo.
Pasan los días y a pesar de que cada momento estamos más cerca de la fatídica fecha del 27 de noviembre en la que si no se ha elegido todavía a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno tendremos que votar nuevamente el próximo enero, las espadas continúan en alto, lo mismo que las conversaciones entre PSOE y Junts para ver si alcanzan un acuerdo por el que los siete votos de los diputados del partido de Puigdemont sean favorables al líder socialista.
Siempre he estado interesado por los dietarios más que por las memorias y las biografías. En el dietario el autor, normalmente, suele desnudar su alma, escribe los pensamientos que le vienen a la cabeza, su visión del momento que está viviendo, nos habla de sus aficiones musicales, literarias e, incluso, cinematográficas, de sus ganas de vivir o de las pocas que aún le quedan por ir afrontando el día a día.
Durante las dos últimas legislaturas la ignorancia en materia lingüística de una parte de las autoridades e instituciones valencianas parecía haber desaparecido, pero, pasados ocho años en los que en esta materia parecía reinar la paz, han resurgido los batallones de filólogos aficionados, amparados por los nuevos inquilinos de la Generalitat y algunos ayuntamientos valencianos para constituirse en vigilantes de la ortodoxia secesionista idiomática.
En el penúltimo día de septiembre decayeron todas las esperanzas, si es que tenía algunas, de Alberto Nuñez Feijóo para llegar a mudarse a Moncloa. El denominado bloque progresista del Congreso volvió a darle calabazas en el examen de reválida de la investidura.
El pasado viernes al filo de la hora del almuerzo Alberto Núñez Feijóo recogió una buena cosecha de calabazas en el hemiciclo de la madrileña Carrera de San Jerónimo. El Jefe del Estado hizo el favor de nominarle candidato a la investidura, tanto Felipe VI como el mismo Feijóo sabían que el candidato no podía contar, salvo error o “tamayazo”, con el número de votos suficientes para obtener la confianza del Congreso y ser nombrado Presidente de Gobierno.
La fecha del 19 de septiembre del 2023 quedará marcada en rojo en muchos calendarios. En unos en rojo vivo, alegre, señal de contento y del deber bien hecho, por fin después de más de cuarenta años se puede hablar en el Congreso en catalán, vasco y gallego. Otros calendarios se marcaran con un rojo sanguinolento, preñado de odio y rabia precisamente porque estas otras lenguas de España tendrán un lugar en el hemiciclo.
Para Feijóo la noche del 23-J fue una noche triste, él y los suyos se habían prometido una victoria feliz frente al PSOE, estaban seguros que, después de los resultados de las municipales del 28-M, en las elecciones generales iban a arrasar, pero sus amistades peligrosas con el fascismo les iban a pasar factura.
El curso político dio su pistoletazo de salida el pasado lunes cuando Yolanda Díaz, lideresa de Sumar y Vicepresidenta del Gobierno viajó hasta Bruselas para entrevistarse con Puigdemont, enfrentándose a las protestas de la derecha extrema y la extrema derecha. PP, VOX y seguro que también algunos políticos del PSOE siguen considerando a Puigdemont un prófugo, un delincuente que debía estar encerrado en el más andrajoso de los penales españoles.
Después de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M el fascismo entró, como el caballo de Atila, en las instituciones del País Valencià de la mano del Partido Popular que les tomó como socios de gobierno sin hacer ascos a la ideología fascista, porque para las mesnadas de la gaviota carroñera lo importante es acceder al poder sin importar el precio a pagar por ello.
La pasada semana el rey Felipe VI nombró como aspirante a Presidente del Gobierno a Alberto Nuñez Feijóo, candidato del PP, partido ganador de las elecciones generales del 23-J, a pesar que, hasta este momento, el candidato real no tiene en su zurrón el número de votos suficientes para alcanzar los 176 votos afirmativos que le darían la mayoría absoluta con la que poder alcanzar la Presidencia del nuevo Gobierno de España.
Los resultados electorales del pasado mayo devolvieron las tierras valencianas a unos tiempos que los últimos ocho años de políticas más o menos progresistas habían enviado al cajón del olvido. Pero en las elecciones municipales y autonòmicas del último domingo de mayo el voto de una mayoría de valencianos, olvidando el expolio al que dirigentes como Zaplana, Camps, Cotino o Rita Barberá.
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