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Rafa Esteve-Casanova
Contar por no callar
Rafa Esteve-Casanova nació en Valencia y estudió Relaciones Laborales y Derecho. A finales de los 60 escribe críticas, entrevistas y artículos en El País, Noticias al Día, Avui y Liberación, y participa en un programa de crítica musical en RNE. Sus poemas han sido publicados en volúmenes de homenaje a los poetas Vicent Andrés Estellés, Joan Valls Jordá y Joan Brossa. Entre sus numerosos premios cabe citar el 'Vila de Xabia', 'Mare de Deu del Olivar' y el 2º premio del certamen de narrativa del Ayto. de Valencia. Fue secretario de Organización de Unitat del Poble Valencià y estuvo entre 1987 y 1991 en el grupo EU-UPV en el Ayto. de Valencia. Actualmente escribe artículos de opinión político-social en los que hace gala de una sutil ironía. Es colaborador del diario Levante y publica los jueves y domingos en Siglo XXI la columna ‘Contar por no callar’, así como artículos vinculados a la música.
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Para Feijóo la noche del 23-J fue una noche triste, él y los suyos se habían prometido una victoria feliz frente al PSOE, estaban seguros que, después de los resultados de las municipales del 28-M, en las elecciones generales iban a arrasar, pero sus amistades peligrosas con el fascismo les iban a pasar factura.
El curso político dio su pistoletazo de salida el pasado lunes cuando Yolanda Díaz, lideresa de Sumar y Vicepresidenta del Gobierno viajó hasta Bruselas para entrevistarse con Puigdemont, enfrentándose a las protestas de la derecha extrema y la extrema derecha. PP, VOX y seguro que también algunos políticos del PSOE siguen considerando a Puigdemont un prófugo, un delincuente que debía estar encerrado en el más andrajoso de los penales españoles.
Después de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M el fascismo entró, como el caballo de Atila, en las instituciones del País Valencià de la mano del Partido Popular que les tomó como socios de gobierno sin hacer ascos a la ideología fascista, porque para las mesnadas de la gaviota carroñera lo importante es acceder al poder sin importar el precio a pagar por ello.
La pasada semana el rey Felipe VI nombró como aspirante a Presidente del Gobierno a Alberto Nuñez Feijóo, candidato del PP, partido ganador de las elecciones generales del 23-J, a pesar que, hasta este momento, el candidato real no tiene en su zurrón el número de votos suficientes para alcanzar los 176 votos afirmativos que le darían la mayoría absoluta con la que poder alcanzar la Presidencia del nuevo Gobierno de España.
Los resultados electorales del pasado mayo devolvieron las tierras valencianas a unos tiempos que los últimos ocho años de políticas más o menos progresistas habían enviado al cajón del olvido. Pero en las elecciones municipales y autonòmicas del último domingo de mayo el voto de una mayoría de valencianos, olvidando el expolio al que dirigentes como Zaplana, Camps, Cotino o Rita Barberá.
Las elecciones del 28-M nos devolvieron la imagen de una España negra que ya creíamos devuelta para siempre al cajón del olvido de la historia. La geografía española, de la noche a la mañana, apareció teñida con los colores azul y verde representativos de la derecha extrema y la extrema derecha, PP y Vox, que, al fin y al cabo, hemos visto que son la misma cosa.
En cada contienda electoral al cierre de los colegios electorales los medios de comunicación hacen públicas unas encuestas, llamadas “a pie de urna”, aunque muchas, o la mayoría, se realizaron días antes de la jornada electoral. A partir de estos datos el personal empieza a hacerse ilusión pensando que las cosas no van tan mal para los “suyos” y que los contrarios van por debajo de las expectativas que la campaña presagiaba.
Los comicios del 28-M llevaron hasta el País Valencià tenebrosos vientos preñados de odio y ansias de venganza. Recién vaciadas las urnas y con la fuerza que les daban los votos, la derecha extrema y la extrema derecha comenzaron a ocupar los puestos de poder a los que desde hace ocho años estaban aspirando.
Cuando todavía andábamos resacosos de la campaña electoral del 28-M y todavía sin digerir los resultados de una elecciones municipales y autonómicas que han llevado al poder en CC.AA. y grandes ciudades al tándem PP/VOX nos encontramos ya a finales de otra campaña electoral camino del 23-J que, si Dios, Alà y Buda junto con los votos de los españoles no lo remedian llevará a la Moncloa al amigo del narco cogido de la mano del líder de la extrema derecha española.
El próximo domingo 23 tenemos una cita con las urnas, unos acudirán, otros, en un puro ejercicio de pasotismo preferirán la playa o la montaña en lugar de ejercer un deber ciudadano, y también habrá quienes, después de meditar y estudiar las propuestas de los distintos partidos políticos, preferirán la abstención pensando que con esta personal opción están castigando a aquellos partidos que no han cumplido con sus promesas electorales.
El miércoles era un día marcado en color rojo en el calendario del independentismo, el Tribunal General de la Unión Europea iba a dar a conocer la sentencia sobre la impunidad de Puigdemont, Comín y Ponsatí. Una resolución judicial del alto tribunal europeo en la que los implicados tenían puestas sus esperanzas para poder seguir moviéndose por territorio de la Unión Europea con total tranquilidad.
Tengo entre las manos un pequeño volumen de poesía, “Asimtomàtic”, versos escritos por Joan Carles Martí y editados por la editorial valenciana “Vincle”. Joan Carles y yo nos conocemos desde hace años. Ahora él, periodista de raza, es el subdirector del diario Levante-EMV. Este es el primer poemario de Joan Carles Martí, gran lector de poesía, y eso se nota en estos versos que nos llevan a pasear por un trozo de su vida.
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